Rafael Paternain, docente del Departamento de Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales, se refirió, en diálogo con CRÓNICAS, a la actual sensación de inseguridad que vive la sociedad. En su opinión, considera que no existe “una sola solución” al problema, sino que hay que trabajar en un “encuadre de perspectiva” que responda a los factores de riesgo, como son la desigualdad, las armas de fuego o los problemas de marginalidad. Añadió que estamos asistiendo desde hace un tiempo a un ajuste de la estructura social y de cambio de época que, como consecuencia, determina el incremento de algunas formas de violencia.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
– ¿Cree que el incremento de hechos de violencia es un fenómeno que ha ido en aumento con el paso de los años?
– Depende. Por ejemplo, en el caso de los homicidios ahora tenemos una tasa muy importante, pero hubo otros años en los que hubo también un crecimiento. No es lineal, no se puede decir que haya un proceso sostenido; a finales de los ’90 tuvimos casi 250 homicidios en el año. Entre los años 97 y 98 llegó a estar en 270, que es una cifra relativamente parecida a la que se dio el año pasado. Pero en el caso de los homicidios, por ejemplo, existen líneas tendenciales que marcarían que estamos en un ciclo -desde el 2012 hasta ahora- más alto que en tiempos anteriores.
El delito contra la propiedad está mucho más asociado a ciclos económicos, de desarrollo o de desigualdad social. Hubo un primer empuje de crecimiento fuerte de los hurtos y las rapiñas, sobre todo cuando se empezó a ver un proceso de descomposición del mercado de trabajo en los 90. Y después, con la crisis de los 2000, eso se disparó. La recuperación económica de la última década, en realidad, no logró revertirlo. Hoy parece haber un nivel de delito que, en principio, es algo superior al que teníamos hace 20 o 30 años.
– ¿Y en lo que va de 2018?
– En lo que respecta a los homicidios hay un aumento claro. En el tema del delito contra la propiedad no hay información oficial. Pero si uno presta atención a un comportamiento 2016-2017 nota que las denuncias de hurto se contuvieron y las denuncias de rapiña empezaron a bajar más o menos un 7% acumulado. Ahí se podría decir que hubo un freno.
Para evaluar lo que va de 2018 hay que esperar a que haya datos oficiales. La percepción que tengo es que desde octubre del año pasado hasta ahora hay un crecimiento del delito contra la propiedad, aunque no sé en qué magnitud y en qué volumen. El tema se había logrado contener por dos años, pero ahora habría un aumento; lo que hay que ver es en qué porcentaje.
– Apelando a su experiencia, ¿nota más violenta a la ciudadanía, más precisamente al ciudadano de a pie?
Según Paternain, “hay un clima de intolerancia muy fuerte, que se va retroalimentando con cada hecho que tiene repercusión pública”.
– El otro día estaba almorzando en un lugar y escuchaba lo que hablaban en la mesa de atrás. Eran tres señores de alrededor de 50 años de edad, que partían de una visión absolutamente negativa sobre el problema de la seguridad y que ellos mismos justificaban. La lectura que hacían era más o menos esta: “Esto es todo horrible, yo voy a renovar el porte de arma porque al primero que se me cruce no lo pienso, saco y disparo, no me importan las consecuencias”. Y eso puede ser tanto en un almacén, como por parte de alguien que va por la calle, caminando o en bicicleta, y cree que lo puedan robar. Entonces, también hay un juego de predisposiciones ofensivas y defensivas. Después de escuchar esa conversación, pienso que ante cualquiera que se le cruzara, quizás que con la intención de meterle la mano en un bolsillo, podía terminar en una catástrofe.
Uno no puede decir que toda la sociedad efectivamente manifieste esto, pero hay una tendencia. En realidad, todos tenemos un grado de razonabilidad donde podemos tener, a priori, una idea así, pero que luego uno se da cuenta que no es para tanto. Seguramente, si uno se sentaba a la mesa de esos señores y los persuadía de algunas cosas, seguramente cambiaban de opinión. Yo parto de la base que hay siempre un espacio de razonabilidad en torno a eso. Pero sí hay un clima de intolerancia muy fuerte, que se va retroalimentando con cada hecho que tiene repercusión pública. Esas dinámicas son muy negativas, no ayudan.
– Por más utópico que suene, ¿cree que es posible hallar una solución a esta problemática?
– Una cosa que tiene este nivel de complejidad no resiste la posibilidad de una solución. Más bien hay que tratar de trabajar en un encuadre de perspectiva, que vaya analizando los factores de riesgo, con estrategias que brinde respuestas a cada uno de esos factores. Pienso que políticamente hay posibilidad de gestionar esto y, sobre todo, que ataque los factores de riesgo. La desigualdad es un factor de riesgo, los problemas de marginalidad enquistada también lo son, las armas de fuego lo mismo.
Me parece que hay espacio como para que haya una política de control y de sanción del delito -porque nadie dice que no la haya-, que necesariamente tenga que redefinirse.
Violencia territorial
De acuerdo al sociólogo, el crecimiento en los homicidios en los últimos años obedece, sobre todo, a situaciones que se dan en términos de sicariatos y ajustes de cuentas, lo que se conoce como “violencia territorial”. En este sentido, explicó que son categorías “imprecisas”, pero que tienen una explicación muy territorial. El término refiere a “lógicas de más de corte subcultural, muy fuertemente marcadas por los territorios en los que se mueven esas redes de ilegalidad o se producen esas disputas territoriales”, concluyó Paternain.