Daniel Macchi: “El gobierno se está perdiendo una oportunidad muy grande de recaudación”

Vicepresidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal (Cecam)

El sector uruguayo que produce cáñamo industrial y cannabis medicinal se ha encontrado con una disminución de producción -y productores-, ya que su limitada salida al mundo les ata su posibilidad de crecimiento y desarrollo. En suma, la nula comercialización interna termina por desvalorizar el producto. Con mucho potencial productivo, el sector reconoce la labor del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero creen que es hora de dar un paso más en el ámbito interno.

Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli

La producción de cáñamo en Uruguay se subdivide en cáñamo industrial y cannabis medicinal. Dentro de la producción de cáñamo industrial existen tres variantes: flores para consumo, flores para extracción y producción de grano y fibra.

Otro de los sectores más desarrollados es el de cannabis medicinal para producción de flores o biomasa. Esta última, ya sea medicinal o industrial, es la que se utiliza para hacer las extracciones (aceites, cremas, etc).

Al día de hoy, en Uruguay, solo se puede generar materias de carácter medicinal, que a su vez no se está contemplada dentro del marco legal para la comercialización interna.

En diálogo con CRÓNICAS, Daniel Macchi, ingeniero agrónomo que hace cinco años se desempeña en el área del cannábico “en todas su presentaciones y sus variantes» -como lo definió él mismo-, y vicepresidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal (Cecam), explicó que la parte comercial de la producción es la más compleja y esto se debe a que no hay un mercado interno. “Se pueden dispensar flores con contenido psicoactivo, para uso recreativo, pero no material no psicoactivo. Es una incongruencia bastante grande a mi juicio”, planteó el empresario.

Entonces, el cáñamo industrial y biomasa, encuentran su única salida comercial en la exportación, que es lo que origina distintos problemas.

“La exportación de biomasa -para extracción de carácter industrial-, no son para uso médico sino de venta libre. Y las flores de cáñamo industrial se usan para consumo directo, como sustituto de tabaco o de flores psicoactivas -en aquellas personas que no buscan ese efecto- sino por otras propiedades como control de ansiedad, dolores crónicos, etc. Este es el principal mercado del cáñamo industrial en flor hoy”, detalló Macchi.

No la dejen pasar

El entrevistado manifestó que, desde su promulgación, el marco legal que regula el mercado del cáñamo y el cannabis en Uruguay ha sido precariamente modificado con algunos decretos posteriores. Y destacó que lo más notorio es la falta de investigación que, de hecho, se aseguró su desarrollo en leyes posteriores que nunca se implementaron.

Este es el caso de la Ley 19.845: “Declaración de interés público la investigación sobre el cannabis y sus aplicaciones en todas las áreas del conocimiento”. Como lo dice su nombre, establece el interés público en la investigación pero además la creación de Centro Uruguayo de Estudios Avanzados en Cannabis (Cudea Cannabis), que funcionará bajo recursos humanos y materiales de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología.

Además, está la Ley 19.847, que declara de interés público las acciones tendientes a proteger, promover y mejorar la salud pública mediante productos de calidad controlada y accesible, en base a cannabis o cannabinoides, así como el asesoramiento médico e información sobre beneficios y riesgos de su uso.

“Creo que el Ministerio de Relaciones Exteriores está haciendo un buen trabajo en términos de comercio exterior, pero creo que podríamos ahondar un poco más en este proceso. Lo que falta es diálogo e intercambio entre quienes somos protagonistas de esta historia y los que marcan las reglas del juego. Si bien lo hay, se da a nivel muy particular y, muchas veces, no son las más representativas”, reclamó el representante de Cecam.

En promedio, una hectárea de cannabis emplea a cuatro personas fijas. Este año existen 500 hectáreas de cultivo a cielo abierto y casi 180 mil metros de invernáculos. Pero en épocas de zafra, se contratan diez personas por hectáreas -tanto para cosecha como para siembra-.

Del año pasado a este se aumentó la cantidad de licencias, pero se redujo casi al 50% la superficie cultivada.

“Eso lo explicamos porque al inicio, muchas de las empresas o productores cultivan superficies grandes. Y nos dimos cuenta de que no es un cultivo para manejar en superficies grandes, sino que es más bien intensivo, para superficies pequeñas y lograr mejor calidad. Además, responde a un efecto de retracción por parte de los productores”, ahondó Macchi.

El predio de cultivo más grande al día de hoy comprende unas 40 hectáreas, pero se pueden encontrar otros de hasta 1.000 metros cuadrados -décima parte de una hectárea-.

No obstante, la mayor concentración está entre una y tres hectáreas.

“A medida que las empresas podamos colocar más producción, va a haber más empleo. Pero si el conflicto sigue, sin dudas habrá una reducción muy grande de producción. Creo que el gobierno, con muy poquito, puede aportar bastante porque cualquier sector que es nuevo, por defecto, tiene que partir de la investigación científica real y local. Eso en Uruguay no se ha desarrollado y el gobierno se está perdiendo una oportunidad muy grande de recaudación”, subrayó el empresario.


El quid de la cuestión

El mayor problema en el mercado del cáñamo en flor es que solo se puede acceder a aquellos países que permitan trabajar con material de menos de 1% de contenido psicoactivo -tetrahidrocannabinol (THC)-. En la actualidad, el único país que lo hace es Suiza.

En este destino, los principales competidores son Colombia, Italia, Malta, Luxemburgo, Kenia, India, EE.UU. y la propia Suiza que, en su mayoría, se encuentran más cerca que nuestro país, por lo que se ven beneficiados en cuestiones logísticas.

“Las empresas que se dedican al cáñamo industrial no han tenido mucho éxito todavía, porque los suizos saben que la única salida es hacia su país. Los poderes de negociación son bajísimos porque estamos al otro lado del océano y debemos enviar muestras para que las coticen, pero es más rentable enviar grandes cargas. Entonces, el comprador juega con la ventaja de que, al poner el precio, el cargamento ya está en su país, y si el vendedor no accede, debe hacerse cargo de los envíos y pierde dinero”, analizó el representante.

Sin embargo, el hecho de encontrarse en un hemisferio opuesto acarrea una ventaja que bien aprovechada podría resultar muy beneficiosa, ya que la mayoría de los competidores están en el norte, entonces se abre una ventana de oportunidad para colocar la producción de los cultivos a cielo abierto, porque cuando su zafra termina comienza la de este hemisferio.

Por otra parte, recientemente se ha incorporado Ecuador como posible destino de exportación, pero por el momento solamente una firma ha logrado colocar sus producciones allí.


Con el viento en contra

Como ya se mencionó, no existe un mercado interno para las materias que se exportan, lo que ocasiona una sospecha lógica por parte de los compradores. Pero, además, no se cuenta con una producción que se ubique por debajo del 0.2% de THC, que les proporcionaría una entrada directa a Europa, sin necesidad de pasar por Suiza.

“En términos de precio y escala de producción creo que tenemos una ventaja, pero no estamos haciendo rendir esos precios en términos de calidad. No llegamos a la calidad que los europeos nos están pidiendo, en algunos casos”, confesó Macchi.