El sistema de transporte colectivo vendió 75 millones de boletos menos y dejó de percibir US$ 60 millones en un año

La IM> Fiscalizará el cumplimiento de los protocolos de higiene en los coches

El impacto de la pandemia no da tregua al transporte colectivo. Cuando la Intendencia de Montevideo (IM) pagaba la última cuota del préstamo del BROU pedido para compensar a las empresas de transporte por sus pérdidas, el incremento en el número de casos de covid-19 obligó al Departamento de Movilidad a diseñar un nuevo plan en conjunto con las empresas y demás autoridades que permita mantener a flote al sistema. En conversación con CRÓNICAS, el director de dicho Departamento, Pablo Inthamoussu, abogó por la solidaridad para que quienes realmente necesitan hacer uso de los ómnibus puedan hacerlo y aseveró: “Si fuéramos al metro y medio de distancia entre pasajeros sería inviable, acá y en el mundo”.

En las últimas horas se publicó un estudio que concluye que casi un 15% de las unidades de transporte colectivo trasladaban trazas de covid-19. ¿Qué impresión le dejó ese número?

Es el 14,5% de los vehículos analizados. La flota de transporte está compuesta por más de 1.500 ómnibus y la muestra que tomamos con el instituto Clemente Estable fue de 69 vehículos y en 10 de ellos se encontraron rastros del virus. Queremos ser precisos y por eso apelamos a la evidencia científica.

El mismo informe dice que el resultado concuerda con el aumento en el número de casos; es esperable, lógico y razonable en función de que hemos tenido un aumento importante en los niveles de la pandemia. 

Nosotros pensábamos que esto podía ocurrir porque este no es el primer estudio, sino que es el segundo. El resultado del primer estudio lo tuvimos el 3 de octubre y la muestra fue tomada el 30 de setiembre, 1 y 2 de octubre; en esa oportunidad fue absolutamente negativo. Ese informe no lo dimos a conocer porque estábamos en otra situación sanitaria. En ese momento se confirmó que se estaban haciendo las cosas bien en materia de sanitización y de desinfección; lo dejamos como insumo y ahora que tuvimos los resultados positivos lo utilizamos para tomar el conjunto de medidas que se dieron a conocer.

¿Cómo evalúa el trabajo de las empresas de transporte durante estos meses?

En términos generales, reconocemos el trabajo profesional que se ha hecho. Hemos trabajado desde el mismo 13 de marzo- cuando visualizamos los nubarrones que se nos venían encima- en clave colectiva, algo que ya hacíamos desde antes pero creo que esta crisis ha reafirmado ese cambio que le quisimos imprimir de trabajar en torno a una mesa, afirmándonos en las coincidencias y dejando las diferencias de lado para trabajar como sistema de transporte.

Antes de la pandemia veníamos tratando de recuperar pasajeros y de mejorar el sistema. Se habían tomado medidas para mi gusto muy buenas en la renovación de la flota y la política tarifaria. 

En 2019 habíamos tenido una buena señal, que era haber parado la caída en la venta de boletos y haber tenido una pequeña recuperación de un punto porcentual. Luego vino la pandemia y reafirmamos esos lazos de trabajo, si bien debemos reconocer que tenemos diferencias dentro del sistema porque hay cuatro empresas operadoras que tienen sus propias políticas, misiones y visiones.

La higiene, por ejemplo, es uno de los aspectos en los que nos pusimos a trabajar fuerte allá por el 2017 y es algo en lo que todos hemos mejorado sustancialmente.

En la pandemia no tenemos esa homogeneidad en el sistema y es por eso que a partir de los datos recibidos el pasado miércoles las empresas recibieron una comunicación por parte nuestra -que somos los reguladores del sistema- donde establecemos un protocolo único en el que todos los operadores, ahora sí, tienen que hacer lo mismo, como desinfectar las unidades en las terminales, algo que no veníamos haciendo de forma pareja y ahora sí.

Además, como con toda disposición, ahora es nuestro rol controlar, pero tenemos una muy buena experiencia anterior y las empresas se colocan en una actitud propositiva. Lo mismo con la instalación de dispensadores de alcohol en gel en las unidades; es una medida que vamos a estar controlando y estamos seguros de que en poco tiempo el 100% de la flota lo va a implementar.

Ahora los transportistas pueden bajar a pasajeros que no lleven tapabocas. Al comienzo de la pandemia esto no querían hacerlo las empresas para no tener problemas con los pasajeros. ¿Por qué se dio el cambió? 

En el mes de mayo, nosotros como reguladores de transporte, vimos la necesidad de ir a la obligatoriedad del tapabocas cuando en aquel momento se hablaba de la exhortación y de que no era necesaria la obligatoriedad. Nosotros dijimos: “Sí, es necesaria”, porque con la exhortación llegamos a un 60% de cumplimiento. Es decir que cuatro de cada 10 pasajeros subían al ómnibus sin tapabocas, y eso ya empezaba a generar fricciones entre la gente y con los guardas y conductores. 

“Hoy solo el 1% de los pasajeros sube al ómnibus sin tapabocas”.

En aquel momento, empresas y sindicatos nos plantearon la situación y nos pareció razonable que para ellos iba a ser problemático hacer esta fiscalización. En ese momento había 30 casos por día y mucha gente que no usaba tapabocas. Hoy estamos en una situación sanitaria muy diferente. Para hablar en número redondos, hoy solo el 1% de los pasajeros sube al ómnibus sin tapabocas. Hablamos con los sindicatos antes de emitir esta resolución y estuvieron de acuerdo en que la situación es más manejable. Los inspectores no han tenido que aplicar multas ni bajar a nadie del ómnibus, que es lo que prevé el decreto. Nadie insiste con la actitud de no usar tapabocas, es un descuido o un extravío.

Se resolvió desaconsejar el uso del ómnibus. ¿Cuánto le cuesta esto al sistema sumado que deben disponer del 100% de las unidades para evitar aglomeraciones?

No diría que es desaconsejar, es una exhortación que se hace a nivel general. Todo movimiento que podamos no realizar, no lo realicemos y esto se traslada al transporte público, porque allí se trasluce una actitud de solidaridad para aquellos que lo necesitan.

El gobierno nacional ha tomado la definición -y es necesario- mantener la economía del país en actividad, no se ha hecho una cuarentena ni un lock down. En función de que hay muchas actividades que se siguen llevando a cabo, exhortamos a todos quienes pueden evitar moverse que lo eviten, y si ese movimiento lo pueden realizar en medios alternativos y fuera del horario pico, vamos a estar colaborando y siendo solidarios con aquellos que necesariamente tienen que ir a trabajar y deben hacerlo en horario pico. 

Es una exhortación a hacer los mínimos movimientos posibles, y si podemos no hacerlos en ómnibus, mejor, para darle espacio al sistema de transporte porque no tenemos ómnibus esperando para salir, son recursos que tienen un tope y hoy estamos en el 100% de las unidades a disposición. 

Si nosotros fuéramos al metro y medio de distancia entre pasajeros sería inviable, acá y en el mundo. Por suerte, los sistemas de transporte han sido parte de la solución y no del problema. 

Tenemos que ser solidarios y empáticos, el 70% de los viajes dentro de Montevideo son menores a cinco kilómetros; son absolutamente manejables para caminar o utilizar la bicicleta y de esa manera también ser solidarios con quien no tiene más remedio que utilizar el sistema de transporte.

¿Hay previsiones de cómo puede afectar esta primera ola a las finanzas del sistema?

Eso depende de muchos factores. El principal es la fuente de ingresos. En marzo tuvimos una caída abrupta, en dos días pasamos del 100% al 20% de los pasajeros. Después se empezó a recuperar la demanda de forma mucho más lenta que la caída. Ahora, con los primeros anuncios del Poder Ejecutivo, desde el 1º de diciembre estábamos en un 70% de aquel 100% anterior a marzo, es decir un 30% menos de venta de boletos y con una oferta del 90%; había una brecha del 20% entre la oferta y la demanda. Esa brecha genera la pérdida en el sistema. Todos los días el sistema está trabajando a pérdida y va acumulando un déficit que se hace necesario llenar.

Ninguno de los actores del sistema tenía la espalda financiera suficiente como para poder bancar tamaña pérdida. Son US$ 60 millones menos en un año. 

Veremos qué pasa a futuro. Por lo general en enero y febrero siempre hay una baja de la actividad. Tenemos que seguir observando la evolución de la demanda porque eso es una parte importante de los ingresos del sistema. Los otros ingresos son los diferentes subsidios que vienen del gobierno nacional y de la intendencia. Cuando empecemos a visualizar esos números y sepamos cómo se impacta la caja, ahí empezaremos otra vez con esa tarea que, en su momento, comprendió rebaja de oferta y rebaja de la masa salarial.

En este marco, quiero reconocer que los trabajadores del transporte aportaron mucho a la solución del problema, no solamente con renunciamiento a algunas recuperaciones salariales, incluso con masa salarial o gente que estuvo en el seguro de paro durante meses. Esos costos se le quitaron al sistema y, de todas formas, tuvimos que recurrir a financiamiento extraordinario. La IM tramitó un préstamo con el BROU que autorizó la Junta Departamental y se estaba pagando la última cuota justamente para compensar esa pérdida a las empresas a las que les exigimos que mantuvieran la conectividad y el funcionamiento. Eso se logró, el gobierno nacional también colaboró de forma importante, las empresas renunciaron a la ganancia. Fuimos poniendo todos y estábamos viendo la orilla cuando nos agarró una correntada fuerte, que es la que estamos transcurriendo. Tendremos que volver a diseñar el plan sabiendo que la prioridad es el tema sanitario, teniendo en cuenta que para nosotros la movilidad es un derecho y, por lo tanto, lo tenemos que garantizar.