Eleuterio Fernández Huidobro en 2010, 2013 y 2015 manifestó su preocupación y consternación al respecto de lo que una sequía podría causar en el abastecimiento de agua potable a la capital del país y su periferia. La fragilidad del río Santa Lucía y la falta de obras para subsanar y adelantarse a una coyuntura de escasez de lluvias, y la necesidad de un “plan B” que brindara un abanico más amplio de soluciones, a lo largo de la década pasada, fueron sus preocupaciones que más circularon por los titulares de los diarios.
Cuando un uruguayo residente del área metropolitana abra la canilla de su baño y se lave los dientes, en su boca quedará un gusto similar a cuando se bañe en el mar y trague, tras ser revolcado por una ola en la orilla, un buche de agua. Esto se debe a que los niveles de salinidad del agua que proporciona OSE a todos los hogares de esta zona del país aumentaron esta semana, producto de una medida que busca “estirar” la cantidad de agua que queda en Paso Severino ante la falta de lluvias, tal como especificó en conferencia de prensa Raúl Montero, presidente del ente.
Pero la problemática de las reservas de agua y su calidad es algo que no es novedad para el país, y este reciente acontecimiento que retumbó en todos los medios, desempolvó las advertencias que el exministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, quien falleció en 2016, realizó a lo largo de los años, con las que buscaba alertar y generar soluciones a lo que el cambio climático podría provocar.
La primera vez que Fernández Huidobro habló de este tema fue en un artículo de 2010 publicado en el diario La República. En aquel entonces, con certezas declaró que las inundaciones y sequías se producirían con mayor reiteración, algo que hoy es una realidad, y que se debían tomar medidas “insoslayables”.
En ese artículo de su puño y letra también manifestó su preocupación por el río Santa Lucía y enumeró factores que no contribuían a la causa, como la no construcción de represas y la tala de bosques nativos ribereños. También, la construcción de una toma de agua del Río de la Plata, a la altura de Arazatí, y una represa en Casupá, fueron sus recomendaciones, algo que se podía tomar como un “plan B”.
En los años siguientes, sus advertencias y declaraciones respecto a la peligrosidad que una sequía representaba para el área metropolitana fueron múltiples y variadas. En 2013, ante la posibilidad de una contaminación de la cuenca del Santa Lucía, declaró que, en caso de que una de las principales fuentes de agua potable del país sufriera algún inconveniente, sería “la peor catástrofe que podría vivir el Uruguay”, y pese a que sus declaraciones se asimilaran a una distopía planteada en un filme de ciencia ficción, lo que está produciendo la actual sequía, honra y da razón a lo que Huidobro preveía.
También en 2015, un año antes de su defunción, volvió a abordar el tema y, en esta ocasión, declaró que las fuentes de agua potable que abastecen a Montevideo y su periferia tenían una “fragilidad inimaginable”, y que el país no contaba con otras opciones, es decir, esas soluciones por las que anteriormente se había manifestado, para paliar una eventual situación de desabastecimiento.
Hoy, en 2023 y a siete años de su fallecimiento, su voz se hace eco en todos los confines del país, cuando una sequía hace que el abastecimiento de agua potable de una de las zonas más pobladas del territorio nacional, se vea condicionada y los uruguayos deban recurrir en tropel a comprar bidones de agua mineral a los supermercados.