Guillermo Dutra: “La formación dual facilita el conocimiento que el país requiere en términos de competitividad y empleo”

Guillermo Dutra, director de Inefop en representación del Ministerio de Educación


Dentro de la propuesta programática del presidente Luis Lacalle Pou se estableció la formación dual como una respuesta al problema de la deserción estudiantil. En esa línea, esta semana el Inefop aprobó ocho iniciativas que abordarán esta modalidad. Para definir los estándares en los que se basan los programas, se hizo un trabajo conjunto con la UTU y la UTEC, según explicó a CRÓNICAS Guillermo Dutra, uno de los impulsores de este esquema educativo. Además, destacó los beneficios y los desafíos que presenta el novedoso método.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-Esta semana Inefop aprobó sus primeras ocho experiencias de educación dual. ¿De qué se trata esta modalidad?

-La educación dual conlleva un aprendizaje en alternancia entre el centro educativo y la empresa. ¿Por qué incursionar en esto? Primero, porque el país arrastra un déficit estructural que tiene que ver con la demanda de calificaciones. Es decir, antes de la pandemia, el 43% de las empresas venían señalando que no encontraban trabajadores con las calificaciones que requerían.

A su vez, hay un alto desempleo juvenil, que triplica el de los adultos, y en gran medida se debe a la deserción estudiantil. Uno de los motivos por los cuales los jóvenes desertan del sistema educativo en ciclo básico está vinculado con sus expectativas de insertarse en el mercado de trabajo.

Hay otro factor que cada vez presiona más, que son los cambios acelerados en la organización del trabajo, derivados de la innovación tecnológica y de la reformulación de los modelos de negocios. Son cambios que exigen un mayor rigor para formar adecuadamente a quienes se van a insertar en el mercado laboral.

Debemos reconocer a las empresas como escenarios que generan conocimiento y acercarlas a las instituciones de formación, a fin de que interactúen en el marco de un proceso de aprendizaje que beneficie al trabajador, para que adquiera las calificaciones que le permitan un desempeño acorde a lo que se demanda.

-¿Es posible que incursionen en este método empresas de todos los rubros?

-La experiencia nos ha enseñado que no todas las empresas están en condiciones de asumir esto, dado que no todos los sectores productivos pueden abordarse en materia de formación en un método de alternancia.

Hay experiencias internacionales que hemos analizado y que se han tratado de replicar aquí, que están apoyadas en sistemas nacionales en países como Alemania, Suiza, Holanda, Finlandia, donde hay una política pública que vincula empresas e instituciones en torno a perfiles ocupacionales y eso funciona sistémicamente.

En Uruguay, tanto las compañías como los institutos de formación tienen enormes debilidades en su vinculación, por algo existen los déficits que marcaba al inicio y que suponen incursionar en esta línea.

-¿Qué desafíos genera eso?

-El desafío es tratar de encontrar un modelo de alternancia adecuado a la realidad uruguaya, que está marcada por empresas de porte pequeño e instituciones educativas que no tienen trayectoria en generar procesos de aprendizaje conjuntamente con empresas. Sí hay experiencia en desarrollar pasantías de acuerdo a lo que la persona aprendió previamente en una institución, pero la alternancia dual implica, desde el diseño, que la implementación y la evaluación sean conjuntas.

-En este esquema educativo, ¿el tiempo que el estudiante pasa en la empresa tiene el mismo peso curricular que el tiempo de aula?

-El llamado se hizo abierto a que las instituciones y las empresas nos presentaran propuestas que entendieran viables, pero que se enmarcaran en ciertos estándares que nosotros definimos previamente. Para ello hicimos un trabajo de análisis de lo que ha venido sucediendo en el país en las experiencias de formación dual y generamos un espacio de diálogo con la UTU y la UTEC.

Este modelo implica la contratación de un joven por parte de la empresa en el marco de un proceso de aprendizaje y una vinculación entre la institución educativa y la compañía. Además, el mínimo de formación práctica establecido es de 240 horas; estamos apostando a que un 60% de la enseñanza se ejecute en la empresa y el resto en el aula. Por último, debe haber un seguimiento, evaluación y certificación.

Este trabajo exigió mucho tiempo; rescatamos gran parte del aprendizaje acumulado a través de Ánima (una propuesta educativa privada de formación dual), y a partir de allí fue que generamos los términos de referencia e hicimos un llamado sobre esta base, que no tenía antecedentes en el Inefop.

-¿Qué evaluación hace sobre la experiencia de Ánima?

-Los bachilleratos de Ánima han dejado en el país un aprendizaje importante que nos permite incorporar una visión respecto del tema. La formación dual implica beneficios para la empresa en la medida de que le reduce los costos de reclutamiento, de readaptación y de posterior contratación, lo cual se traduce más rápidamente en productividad. Al mismo tiempo, a los jóvenes les produce el beneficio de aprender trabajando y recibir un salario en ese proceso. Y la ventaja para las instituciones es adecuar su oferta al mercado de trabajo.

Cabe aclarar que nosotros no concentramos el llamado en los subsidios para el pago de salarios de los jóvenes y de los tutores, que es lo que se había hecho hasta el momento. Acá tratamos de convocar a instituciones educativas que quisieran involucrarse en la formación dual y que tuvieran posibilidades de conseguir empresas que tengan en claro los beneficios que les implica esta nueva propuesta en materia de gestión de recursos humanos, sin apostar a beneficios económicos.

“El desafío es tratar de encontrar un modelo de alternancia adecuado a la realidad uruguaya, que está marcada por empresas de porte pequeño”.

-¿Qué se logró con este primer llamado?

-Logramos 10 propuestas de formación (de las que se aprobaron ocho) donde se apostó a ocupaciones que fueran bien identificables en el mercado de trabajo y que les permitieran a los jóvenes poder proyectarse después en esa empresa o en ese sector. Estas iniciativas involucran un universo de 200 jóvenes de 15 a 29 años y están orientadas fundamentalmente al rubro de logística, tecnologías de la información, comercio, gastronomía y contabilidad. Esos son los sectores que han demostrado receptividad.

-¿Cuándo se implementaría?

-Las propuestas se aprobaron esta semana y se está haciendo un llamado para la formación de tutores de empresas, que se va a aprobar de inmediato, seguramente en el próximo Consejo Directivo, para que estas organizaciones designen personal que esté en condiciones de asumir la supervisión y empiece a ejecutarse el trabajo. El período de ejecución es de seis meses a un año –varía según el perfil-.

Las instituciones convocan y hay un vínculo a construir entre el estudiante, la propuesta de formación y la empresa. La potencialidad que tiene es que la compañía puede establecer, previo al inicio del proceso, un vínculo con el estudiante, que este elija la empresa y esté afín al compromiso que implica el método de aprendizaje.

-¿Este es un modelo a tener en cuenta en una eventual reforma educativa?

-El acuerdo informal que hemos hecho con la UTU y con la UTEC ha sido tratar de incursionar en experiencias puntuales, ver cómo van resultando e ir generando un efecto de acumulación.

Queda mucho por hacer en el sentido de producir sensibilidad en las empresas para que entiendan esto como una alternativa que les soluciona el reclutamiento de personal, sobre todo, teniendo en cuenta la situación de Uruguay, que está conformada por pequeñas empresas y que tienen escasa capacidad de poder asignar personal para supervisar estos procesos.

Las compañías que se involucran, en primera instancia, son medianas y grandes, pero nuestro gran parque empresarial está conformado por pequeñas empresas, o sea que ahí hay un desafío. Estamos convencidos de que la formación dual facilita el conocimiento productivo que el país requiere en términos de competitividad y empleo.

Hay que ir flexibilizando el modelo; hemos estudiado experiencias de otros países que responden a sus realidades particulares, pero tenemos que encontrar un método que sea acorde a la realidad productiva de los centros educativos del Uruguay. En ese aspecto hay un trabajo muy importante para desarrollar.

El Inefop es el primero que irrumpe, en este contexto complejo marcado por la pandemia, con un planteo de formación dual, pero seguramente la UTU lo haga en el 2022 y nos consta que la UTEC ya está pensando en dos alternativas más en esta materia.