El acuerdo entre Apcanu y Alur fue catalogado como “histórico” por parte del presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic. Destacó que el mismo introduce un factor de ajuste según la eficiencia del productor, que se hace cada vez más exigente. Desde el gremio, a su vez, consideran que lo más importante en las negociaciones es que las autoridades puedan entender lo que este convenio significa no sólo para la fábrica, sino también para los productores y la zona.
Por Ariana Vezoli
El tan ansiado acuerdo entre Alur y los productores de caña de azúcar se había comenzado a negociar el 3 de marzo de este año. En una etapa inicial, desde Alur se presentó una tentativa de contrato a negociar con las autoridades de Apcanu (Asociación de Plantadores de Caña del Norte Uruguayo), donde ya había lineamientos que apuntaban a un acuerdo a largo plazo, que en esa instancia fue resistido.
Con la necesidad de comenzar la zafra, el 24 de mayo se acordó el precio como se venía haciendo en años anteriores y se firmaron los contratos en $24,50/kg de azúcar en caña. Pero las autoridades de Ancap ya habían manifestado la voluntad de introducir conceptos de eficiencia y equidad en la fórmula del precio.
El 20 de mayo, con la visita del -en ese entonces- ministro de ganadería, agricultura y pesca, Carlos María Uriarte, comenzó una serie de reuniones entre las partes y jornadas informativas hacia los productores desde Alur y desde la misma agrupación que los representaba.
En este sentido, CRÓNICAS dialogó con Alejandro Stipanicic, presidente de Ancap, Álvaro Lorenzo, gerente general de Alur y Djelil Brysk, presidente de Apcanu, quienes dieron su visión del tema. Brysk destacó que las negociaciones se dieron en muy buenos términos y con mucho profesionalismo, “lo que la hace enriquecedora para las dos partes”.
Primeros lineamientos
El acuerdo comenzará a implementarse a partir del próximo año y se usará esta nueva fórmula para todos los productores que comercien con Alur, ya sea que estén asociados a Apcanu o a otras agrupaciones.
“En el pasado, el precio del kilo de azúcar producido se fijaba en un punto de partida de $24,50. Eso era el resultado del cálculo en torno a la actualización de costos de la producción (mano de obra, riego, flete a la planta, gastos de funcionamiento, fertilizantes, etc.)”, explicó Lorenzo.
El nuevo sistema de cálculo fija un precio base que queda en $22,10, y luego se harán compensaciones por diferencias estructurales.
Los gastos de funcionamiento estarán incluidos en el precio del kilo, y tienen un componente fijo y uno variable en función de la estructura. Las variables que influyen son el costo de la mano de obra en función del índice medio de salarios, el precio del gasoil y el riego.
Al precio base incorpora $14.000/hectárea por año de riego, $10.000/hectárea de gastos de funcionamiento (gestión, personal, capataz, no incluye cortadores de cosecha), y desagrega el flete.
Anteriormente se remuneraba a los productores un monto equivalente a unos 15 km de flete pero, por diferencias de locación, algunos obtenían beneficios con este promedio (estaban a menor distancia), y otros salían damnificados (estaban a mayor distancia -hasta 30 km-).
“Para Alur era indiferente, pero se estaba generando una profunda injusticia entre los que estaban más cerca del ingenio, y los que estaban más lejos”, reflexionó el presidente de Ancap sobre la situación.
Desde Apcanu entienden que esto no sólo se refleja en la recaudación diferencial de los productores, sino en el precio que adquieren los campos al arrendarse, siendo los cercanos al ingenio más costosos por tener un margen más amplio de recaudación.
A partir de este acuerdo el flete se va a pagar según las toneladas que se produzcan y cuánta distancia tenga cada productor hasta el ingenio, abonando un precio fijo hasta 10 km, y luego en función de la necesidad de cada establecimiento hasta los 30 km, lo que pasa a beneficiar al 60% de la totalidad de productores.
«Es bajar un poco el beneficio que no se justificaba en sí mismo a algunos pocos, para beneficiar a muchos que están lejos; y con los riegos lo mismo», destacó el gerente de Alur sobre el nuevo acuerdo.
En la zona hay tres empresas que brindan el servicio de riego: Soforuce, el sistema de Calpica y el sistema de Calagua. Todas tienen distintos costos, desde menos de $10.000/hectárea hasta casi $30.000/hectárea por año.
Con este sistema, aplicado a los costos y la producción del presente año, los números de algunos productores habrían ascendido a $26/kg de azúcar en caña, mientras que otro alcanzarían simplemente los $23, aunque la gran mayoría se encuentre en el medio.
Otro de los componentes del acuerdo es que, a partir del 2022, se va a considerar una base de 6.400 kg/hectárea (hasta 2021 fue de 6.300), e ir subiendo de a 100 kg cada año progresivamente, hasta llegar a 6.800 en 2026. Esto, para reconocer la mayor productividad que ya existe y, obviamente, se sostiene la asistencia técnica de Alur y las prácticas agrícolas que permiten que este número de productividad se mantenga.
“Es un acuerdo histórico, que cambia el paradigma de la forma de calcular el precio, e introduce un factor de ajuste según la eficiencia del productor que se hace cada vez más exigente”, apreció Stipanicic.
Tiempo de cambios
Según comentó el presidente de Ancap, durante el 2020, desde el ente y la agencia de Alur se analizaron todas las variables del negocio y su historia, y ya este año pasado se tomaron medidas. Una de estas fue el cambio en el sistema de financiamiento de los productores para evitar que haya diferencia entre el pago de Alur y el producto que se entregaba, evitando que se generen deudas. Otro caso fueron las bajas de productores que no llegaban a las exigencias mínimas, y la concesión de herramientas a los que venían por el mismo camino de declive.
“Lo que buscamos, justamente, es que los productores tengan un incentivo económico para mantener la superficie sembrada y personal contratado, y se produzca más caña de azúcar”, remarcó el jerarca.
Hacia adelante, desde Alur se proyecta un aumento en sus costos por la caña de azúcar, que se compensa con una mayor productividad, que se viene dando, de manera que los productores no tengan un impacto negativo en su rentabilidad.
“Esto le da sostenibilidad a la empresa. En el plazo del contrato, va a tener -dependiendo de las productividades- un ahorro en el eje de los 7.5 millones de dólares, y al final un costo de la materia prima de un 9% menos”, declaró el gerente de la empresa.
Por la misma línea, Lorenzo comentó que “en la pelea por los precios” -refiriéndose a las negociaciones prezafra de todos los años- algunos de los productores más grandes no reconocían que su escala de productividad les permitía tener mejores costos, lo que tornaba muy difícil la baja en el precio del producto. «Algunos productores de gran tamaño mienten para preservar su privilegio», relató el gerente.
A toda máquina
El año pasado dos productores medianos registraron productividades superiores a los 10.000kg/ha, decenas que superaron los 8.000kg/ha pero, en el otro extremo, también algunos que estuvieron por debajo de los 6.000.
“Lo que se quiere hacer es incentivar al productor a que, con un mínimo esfuerzo adicional, la producción sea mejor, y por la vía del ingreso tenga una mejora, algo que no pasa con el precio unitario”, señaló Stipanicic.
Siendo que hace años se calculan 6.300 kg/ha, y a partir del año que viene irá subiendo de a 100 kg, esto aún representa una ventaja para los productores ya que la productividad suele ser mayor, destacándose números como el del año pasado, que alcanzó los 7.100 kg/ha.
Según el RIT (Rendimiento Industrial Técnico), índice que estima el porcentaje de azúcar en caña, que en años como este oscila entre 10 y 12, anuncia que la productividad será superior a los 7.800 kg/hectárea.
La molienda de caña del ingenio de Alur puede procesar hasta 3.600 toneladas por día (150 toneladas/hora). Pero al subir la calidad de la materia prima se podría lograr una mayor productividad. “La idea es que procesando lo mismo se saque más sacarosa y así se produce más etanol y baja sensiblemente el costo de la producción variable”, explicó Stipanicic.
Para obtener esta productividad también es importante la edad de las plantas que, en los últimos años, se pasó de un promedio de 4,5 a 3,5 años. Este cambio es el resultado del apoyo técnico que brinda Alur a los productores mediante el INIA (Instituto Nacional de Innovación Agrícola), tanto en lo que tiene que ver con las buenas prácticas de los mismos productores como así también el recambio de plantación anual.
“Engaña pichanga”
Este año se cambiaron los contratos de biocombustibles y se remunera a Alur por sus costos y una ganancia muy mínima.
“El 66% de las ventas de Alur son biocombustibles que mezcla Ancap. Hablar de lo que le deja por esa venta es una engaña pichanga», dijo el jerarca de Ancap y explicó que sí se han visto algunos avances en la rentabilidad del negocio, pero aún estos no alcanzan niveles de eficiencia.
Comparando con años anteriores, donde el biodiesel costaba alrededor de US$ 2.400, la zafra pasada mostró un precio de US$ 1.700 por metro cuadrado, mientras que el etanol de Paysandú cuesta alrededor de US$ 750 por metro cuadrado.
“En todo el mundo el combustible ecológico sale más barato que el combustible fósil, por eso no los han desplazado significativamente”, comentó Stipanicic.
La voz de Apcanu
Desde el gremio entienden que lo más importante en las negociaciones es que las autoridades puedan entender lo que significa el funcionamiento de la fábrica tanto para los productores como para Bella Unión y zonas aledañas. “No se puede medir a la ligera las pérdidas, hay otro componente, y es que la zona funcione. Hay otros intangibles de valor en los que Uruguay tiene que estar de acuerdo”, defendió Brysk.
También destacó que este acuerdo genera estabilidad para los productores en su relación con los trabajadores y ante el gremio, así como una mejora en los cultivos ya que se eliminarán las negociaciones prezafrales que solían demorar las mismas.
Desde la gremial reconocen que cada gobernante tiene «su impronta» y muestran conformidad con el compromiso que asumió el actual presidente de la República en mantener el programa sucro-alcoholero en Bella Unión, y consideran importante seguir este lineamiento.
El representante explicó que la revisión de los costos cada dos años -pautada en el acuerdo-, les da la seguridad de trabajar en términos acordes a la realidad. Y, por esta línea, aclaró que las diferencias que marcaban el riego y el flete también dividían posturas en su gremial tanto como en la convivencia diaria. “Nos dividía como sociedad. Se trata de acercar, acortar las brechas. Como gremialista, se trató de velar por todos los productores sin inclinar la balanza”, remarcó.