Una de las mayores ambiciones que tiene el presidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), Pablo Abdala, es la desinternación de los niños que viven en hogares que dependen del organismo. Es por ello que este gobierno ha tomado una serie de medidas con el objetivo de dinamizar las adopciones, aunque todavía queda un largo camino por recorrer, admitió el jerarca entrevistado por CRÓNICAS. En otro orden, se refirió a la atención que brinda la institución en materia educativa, que se ha visto afectada por la pandemia.
Históricamente, las adopciones han sido procesos muy largos y lentos, pero una de las prioridades del gobierno es revertir esa situación. Tan es así que introdujo el tema en la Ley de Urgente Consideración (LUC), mediante la cual estableció un plazo máximo de 18 meses para culminar el procedimiento requerido para adoptar.
En ese contexto, la desinternación se convirtió en una de las principales ambiciones de Abdala para, de esa manera, lograr que haya más niños viviendo en familia y menos en hogares del INAU.
Parte del trabajo que desarrolla el organismo en esta área es la valoración de las familias adoptantes, lo que implica realizar talleres, entrevistas con psicólogos y asistentes sociales y, si llega a la conclusión de que están en condiciones de adoptar a un niño, inscribirlos en el registro.
El 1º de abril de 2020, cuando el exdiputado asumió como presidente del instituto, se encontró con “una enorme ineficiencia” en estos procesos. De hecho, había un atraso de cuatro años, lo que significa que el INAU estaba valorando familias que se habían registrado en 2016.
Para combatir estos retrasos, de los que ya se tenían algunos conocimientos previamente, fue que se implementó en la LUC el plazo de 18 meses. “Si en un año y medio el Estado no es capaz de determinar que una familia está en condiciones de adoptar o no, está fallando”, opinó.
La institución también tomó otras medidas a fin de adecuarse a ese mandato de la ley. Entre ellas, reestructuró el departamento de adopciones dándole más jerarquía y creando un área autónoma que depende directamente del directorio. Además, incorporó recursos humanos.
Otro paso que el jerarca entiende fundamental en este camino es que se ha comenzado a descentralizar la gestión. Antes, todo estaba “excesivamente” concentrado en Montevideo, lo que implicaba que cualquier familia, sin importar en qué zona del país se encontrara, debía viajar a la capital a inscribirse, a las entrevistas, los talleres y demás actividades.
Hoy la inscripción y la entrevista inicial se hacen en cada departamento y los talleres están empezando a realizarse en el Interior. A su vez, se conformaron tres equipos de trabajadores sociales y psicólogos que se desempeñan en Tacuarembó, Flores y Maldonado respectivamente, para entrevistar a las familias de esas regiones, y se creó un grupo específico para Canelones.
Actualmente el INAU está haciendo la valoración sobre familias que se presentaron en 2019 y la aspiración es terminar, en los próximos meses, con las inscriptas en 2020.
El rol de la Justicia
A pesar de que los tiempos del proceso de adopción se están acelerando en el organismo, Abdala planteó que eso no es suficiente. No alcanza con que el INAU le otorgue la habilitación a una familia, puesto que, para que un niño pueda ser adoptado, un juez debe autorizarlo una vez que haya concluido que ya no hay ninguna posibilidad de que vuelva con su familia biológica.
Es allí donde “el Estado sigue fallando”, de acuerdo con el presidente de la institución, dado que existen demoras importantes y los plazos no se cumplen. La Justicia tiene un lapso máximo de 45 o 90 días –según el caso- para declarar la adoptabilidad del menor, pero en los hechos, tarda mucho más.
“Yo no quiero cuestionar al Poder Judicial. El mismo juez de familia que tiene que cumplir con esa declaración, tiene que atender 40 llamados por día vinculados a problemas de violencia contra la mujer, niños, temas de adicciones, y debe tomar una decisión informada. Probablemente el INAU tenga que mejorar los asesoramientos a los jueces”, sostuvo.
Camino a la meta
Hoy en Uruguay hay 400 niños y adolescentes en condición de ser adoptados y 2.700 internados, por lo que el exparlamentario considera que todavía queda un largo camino por recorrer para lograr su objetivo.
Asimismo, informó que el 50% de los niños que ingresan al instituto lo hacen por una razón asociada a la violencia, por lo cual “es evidente” que en esos casos debería declararse la adoptabilidad cuanto antes.
En esta materia el organismo “compite” contra el crecimiento de los infantes, ya que a medida que van creciendo, las posibilidades de darlos en adopción son cada vez más escasas, pues más del 50% de quienes adoptan prefieren que sean recién nacidos o que tengan de cero a tres años. Inclusive, de las adopciones que se concretaron el año pasado, solo dos eran adolescentes.
Aparte de la adopción, la desinternación se puede lograr a través de las llamadas familias de acogida. Se trata de un sistema de cuidado de niños a cargo del INAU, pero, en lugar de internarlos en una residencia, se les da la oportunidad de crecer y desarrollarse en un ámbito familiar.
Estrategias de egreso
El INAU también lleva adelante un proyecto de primera experiencia laboral para adolescentes, en conjunto con otros organismos del Estado. El propósito del mismo es construir alternativas de autonomía personal para los jóvenes que cumplan 18 años y ya no puedan seguir viviendo bajo la órbita del instituto.
Sin embargo, Abdala explicó que hoy administran muy pocos convenios de este tipo con otras instituciones públicas, por lo que se plantearon el desafío de aumentarlos. “De las 19 intendencias tenemos acuerdos solo en 10 y aspiramos a tenerlos en todas. Además, hay empresas públicas muy importantes, que facturan miles de millones de dólares por año, en las que tenemos nada más que tres o cuatro cupos; queremos ampliar la cantidad”, afirmó.
La educación de los niños y el esfuerzo por volver a la presencialidad
El INAU juega un papel muy importante en la educación inicial, primaria y media, mediante la administración de los CAIF, clubes de niños y centros juveniles, que totalizan unos 800 locales. Allí, los niños y adolescentes reciben alimentación, un complemento educativo y recreación.
Actualmente se encuentran en la misma situación que la educación formal, con la actividad presencial suspendida. Luego de que el presidente Luis Lacalle Pou anunciara el miércoles que las clases se retomarán el lunes 3 de mayo, el INAU emitió un comunicado ayer jueves adoptando la misma medida.
De todas maneras, los centros cuentan con funcionarios de guardia que atienden las emergencias, están en contacto con las familias a distancia e intervienen ante eventuales casos de violencia. Al mismo tiempo, se encargan de asegurar el apoyo alimentario para quienes lo soliciten.
Consultado acerca del impacto de la pandemia en el aprendizaje en la primera infancia, Abdala lamentó que ese es un riesgo que todavía se corre, dado que la emergencia sanitaria no está superada. En ese sentido, dijo que desde el organismo siempre se ha hecho un gran esfuerzo por volver cuanto antes a la atención presencial.
“Los niños no pueden vivir encerrados y no solo tienen que ir a la escuela, sino que, en aquellos casos donde su propio contexto socioeconómico lo determine, este complemento socioeducativo que brinda el INAU resulta de enorme importancia en su formación personal y educativa, así como en el apoyo a sus familias”, indicó.
Esto cobra mayor relevancia todavía, según el jerarca, al considerar que con la pandemia se agudizó el crecimiento de la violencia intrafamiliar y que la institución cumple un rol fundamental en la protección de los menores que viven en esos ámbitos.