El informe buscó, mediante dos hipótesis contrapuestas, explicar la causa de la disminución de la pobreza en un contexto de creciente desempleo. De esta manera, factores como la evolución de los precios y del ingreso a los hogares fueron tenidos en cuenta para concluir que la disminución se puede atribuir al aumento de los ingresos salariales y a una variación positiva en el nivel de ocupación en hogares de menor nivel socioeconómico.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
El pasado martes, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) presentó su documento “¿Por qué bajó la pobreza entre 2016 y 2017?” a cargo del Director Nacional de Evaluación y Monitoreo de dicha entidad, Juan Pablo Labat.
En conferencia de prensa, Labat repasó el contexto socioeconómico de los últimos años: el descenso constante de la pobreza desde el año 2016 hasta 2017, el descenso de la ocupación desde 2014 hasta 2017, y el aumento del desempleo desde 2013 hasta 2017.
Los datos que provee el documento muestran que las variables de pobreza y desempleo cerraron ambas el año pasado en valores de 7,9%. Sin embargo, la disminución de la pobreza representó un porcentaje mayor con respecto a su valor de 2016 (una diferencia de 1,5%) en comparación con el aumento del desempleo en el mismo período (tan solo 0,1% de diferencia).
“El sentido de esta pregunta que nos hacemos”, explicó Labat en referencia al título de la publicación, “es dar algunas pistas para explicar algo que a priori es contraintuitivo” debido a este contexto donde baja la pobreza pero aumenta el desempleo.
De esta manera, se plantearon y contrastaron dos hipótesis para contestar a esa pregunta. La primera, que el movimiento nominal del ingreso y de la línea de pobreza explican una parte de la reducción de ésta; y la segunda, que ciertos cambios en el mercado de trabajo de los sectores de menores ingresos pueden aportar a explicar otra parte de dicho descenso.
Ambas hipótesis son dependientes de simulaciones, basadas en factores como cambios en ingresos laborales, la variación en el Salario Mínimo Nacional entre ambos años, o la evolución del Índice de Precios del Consumo (IPC). Es decir, no son métodos 100% verídicos porque no se dispone de información longitudinal –que mida exactamente los mismos hogares un año con el otro-.
Así, el documento extrae dos principales conclusiones: en primer lugar, que parte del descenso de la pobreza puede ser atribuido al aumento de los ingresos salariales y otros ingresos de los hogares, que en varios casos fueron mayores a los aumentos de los precios. Entre un 44% y 59% de la caída de la pobreza se debe a esto.
En segundo lugar, que las personas que viven en hogares de menor nivel socioeconómico experimentaron una variación positiva en el nivel de ocupación, pero en algunos casos negativa en el nivel de desempleo. Esto da sustento a la hipótesis que ha habido un movimiento en el mercado de trabajo, beneficiando así la condición de acceso a ingresos a dichos hogares. Esto podría explicar hasta un 21% de la reducción de la pobreza, de acuerdo con el informe.
A modo de finalización, Labat presentó las reflexiones finales a las cuales se llegó en la elaboración del documento.
Por un lado, destacó la relevancia de las políticas laborales (Salario Mínimo Nacional, Negociación Colectiva e Intervención del Estado) para entender la evolución de los ingresos de los hogares y la reducción de la pobreza.
Asimismo, también se refirió a la oportunidad y necesidad de continuar y reforzar las políticas de generación de empleo y salario, así como las transferencias para los sectores más bajos y medio-bajos dado su alto impacto en la mejora de los indicadores sociales.
Por otro, se constató que los resultados evidencian la oportunidad y el rendimiento de sostener políticas de mediano y largo plazo para el bienestar social, las cuales muestran rendimientos positivos incluso en condiciones adversas.
Algunos comentarios
En el evento de presentación, los comentarios estuvieron a cargo de Verónica Amarante, directora de Cepal en Montevideo, y Andrea Vigorito, del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República.
Amarante fue la primera en tomar la palabra, refiriéndose al trabajo como un “avance importante” en lo referido al tema de la pobreza, pero que “no llega a una respuesta completa”. Esto es debido, principalmente, a lo ya dicho sobre la falta de información longitudinal.
“Si nosotros tuviéramos alguna encuesta o un panel rotativo de la Encuesta Continua de Hogares que nos permitiera seguir, aunque sea en este período, a los hogares y a las personas, tendríamos información mucho más certera de lo que está pasando, y no esta manera de hacerlo que es la única posible”, indicó.
Vigorito, por su parte, reconoció y valoró “lo que ha significado todo el proceso de creación de capacidades de análisis técnicos, tener la capacidad de dar respuesta, de analizar” que el Ministerio de Desarrollo Social demostró en este trabajo.
Sin embargo, sí reconoció que “a pesar que es una buena noticia” la reducción de la pobreza entre 2016 y 2017, “la magnitud de la caída es relativamente baja” dentro del contexto establecido.
A pesar de esto, apreció el esfuerzo del equipo de trabajo del Mides, justificando que trabajos como el realizado, junto con la metodología que “queda armada”, sirven para “pensar qué pasó en un período más largo y qué podría eventualmente pasar hacia adelante” con la caída de la pobreza.