La crisis económica y sanitaria desatada por la epidemia del Covid-19 afectó a la gran mayoría de los sectores y la educación no es ajena a esa situación. En Uruguay, traerá efectos negativos pero también oportunidades para esa área. Por un lado agudizará la deserción de estudiantes, pero, al mismo tiempo, impulsará una transformación educativa, aseguró a CRÓNICAS el director ejecutivo de EDUY21, Renato Opertti.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
La suspensión de las clases en todo el país fue una de las primeras medidas tomadas por el gobierno de Luis Lacalle Pou. En principio iba a regir por dos semanas, pero con el correr de los días se fue prorrogando, en virtud del avance de los contagios de Covid-19 en territorio uruguayo y, por ende, de la necesidad de que la gente permaneciera en sus casas.
Esa resolución estuvo alineada a las definiciones de muchos otros países. Sin embargo, en comparación con el resto de América Latina, Uruguay partió de una realidad mejor, en el sentido de que cuenta con una importante infraestructura tecnológica y técnico-educativa, en términos de acceso a hardware, software y conectividad. Entre otros elementos, Opertti mencionó el Plan Ceibal y los contenidos digitales educativos. Significa que el país “está en mejores condiciones que otros de afrontar una educación que dejó de ser presencial para ser a distancia”, explicó.
De todas maneras, sostuvo que pese a estos progresos que permitieron que el dictado de clases continuara, el sistema educativo no estaba preparado para una educación que combinara presencialidad y distancia, por lo cual tuvo que acelerarse el proceso en corto tiempo. Una de las desventajas que esto presenta es que el uso de la tecnología está sujeto a la voluntad y a la capacidad que tengan los centros educativos y los docentes, puesto que el sistema no está pensado para actuar de ese modo.
La llegada de la pandemia también dejó al descubierto el problema de la vulnerabilidad, advirtió el sociólogo y magíster en Investigación Educativa. Hay sectores socialmente muy débiles, lo que hace “más probable” el abandono del sistema educativo. En Uruguay, este ya era un inconveniente muy serio, sobre todo en educación media. A futuro, cuando la crisis culmine, se va a agudizar, agregó.
“Eso ha llevado al gobierno a empezar la reapertura de las escuelas por aquellos centros con importantes vulnerabilidades, como las escuelas rurales, donde en términos tecnológicos puede haber debilidades. Por ello, la progresividad de la reapertura está obedeciendo a criterios de política social”, opinó.
De acuerdo con Opertti, puede haber otros riesgos preocupantes. Por ejemplo, a mediano plazo, es posible que la población escolar no adquiera las competencias mínimas necesarias. Por lo tanto, los problemas de analfabetismo ya estaban presentes con anterioridad al Covid-19, pero pueden empeorar.
“Lo que la pandemia nos ha mostrado es que Uruguay era, desde el punto de vista socioeducativo, más vulnerable de lo que se pensaba”, señaló. De todas maneras, afirmó que este estado de emergencia no es un factor explicativo de los problemas estructurales de la educación en Uruguay, que son muy anteriores.
La solución a estas dificultades, según indicó, es tener un sistema educativo mucho más flexible. Entre otras cosas, dijo que los principales ejes de formación que se pensaban impartir este año, deberán trabajarse de forma más productiva entre lo que resta de este año y el que viene.
Hacia un nuevo sistema educativo
En otro orden, remarcó que la nueva realidad trajo consigo una oportunidad para reflexionar acerca de si las propuestas educativas actuales son adecuadas y están formando a los jóvenes para el futuro. Al respecto, el experto entiende que “muchos de los contenidos son irrelevantes o no tienen razón de ser”. Esto implica, asimismo, una chance para realizar una revisión profunda de los mismos y una concentración de aquellas cuestiones más relevantes para que la persona pueda tener una formación universal que le permita desempeñarse en el mundo de hoy.
“Esta pandemia coloca aún más la necesidad de una transformación educativa global del sistema. Ella tiene que ver con el hecho de pensar una educación que no sea la suma de lo presencial y a distancia, sino que sea la integración de ambas prácticas para un nuevo modelo educativo. Es indudable que la educación va a tener que progresar hasta un sistema donde no necesariamente todo esté concentrado en la presencialidad”, puntualizó.
Es así que la “nueva normalidad” va a generar una modalidad educativa diferente, donde tiene que haber mucha más integración y coordinación entre las políticas educativas, sanitarias, territoriales y familiares, dirigidas sobre todo a los sectores más vulnerables.
Intercambio con el gobierno
EDUY21 nació como un espacio de la sociedad civil, plural, propositivo, sin tendencia político-partidaria, pero con la finalidad política de contribuir a un cambio en la sociedad.
Ese perfil se mantendrá en el tiempo, aunque en la medida en que haya propuestas desde el sistema político que vayan en la línea de las cuestiones fundamentales que EDUY21 ha plantado en su Libro Abierto, la organización brindará su apoyo.
De hecho, desde ese ámbito están en diálogo con el gobierno para respaldar alguna de las transformaciones que el mismo quiere implementar, a fin de poder aportar elementos, opiniones, y participar en procesos de cambio, manteniendo la independencia técnica, pero comprometidos con la transformación de la educación.
La semana pasada, miembros de EDUY21 fueron convocados a la comisión especial que estudia la ley de urgente consideración. Allí tuvieron un intercambio “muy positivo” y van a volver a concurrir al Parlamento para seguir discutiendo sobre el tema de la educación el 21 de mayo. A su vez, mantienen un canal abierto para discutir con todos los partidos y su compromiso de llevar sus ideas a la práctica está intacto.