“Estamos asistiendo a un deterioro de la institucionalidad del Mercosur. Es más conveniente que cada uno avance a su ritmo en negociaciones comerciales que seguir perseverando en la ficción de que tenemos que negociar en conjunto”, afirmó Pablo Rosselli, socio de la consultora Exante sobre la situación que se vive en el Mercosur luego de que Brasil anunciara una reducción unilateral del arancel externo. Por su parte, Marcel Vaillant, doctor en Economía, y profesor de Comercio Internacional, aseguró que esto ya se venía anunciado y que “acciones unilaterales y situaciones de facto no son la excepción al Mercosur, son la norma, y así lo hemos construido”.
Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli
En octubre, Brasil y Argentina habían logrado un acuerdo para bajar un 10% del arancel externo común (AEC) -impuesto aplicado a países extra Mercosur-, algo que se estimaba se iba a negociar durante la próxima reunión del bloque, en el mes de diciembre.
Sin embargo, Brasil se cortó solo y el viernes pasado anunció, de forma unilateral, una reducción de su arancel externo, bajo el argumento de que la medida busca reducir la inflación, según informó el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes.
Un día antes del anuncio de Brasil, el semanario Búsqueda había informado que el gobierno uruguayo no acompañaría la decisión tomada por el vecino país, fundándose en que tal normativa debería venir acompañada de una que flexibilice las que rigen ante negociaciones con terceros países.
Ante esta compleja situación, CRÓNICAS dialogó con Marcel Vaillant, especialista en comercio internacional y el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Exante, quienes coincidieron en que lo más destacable de la decisión de Brasil es la manera unilateral de proceder sobre un asunto que se entendía que los miembros del Mercosur deberían resolver por consenso. Esto, según comentó Rosselli, genera un gran deterioro en la institucionalidad del bloque. Por su parte, Vaillant valoró que era algo anunciado. “La magnitud de la rebaja es muy pequeña, diría que es irrelevante desde el punto de vista económico tanto para Brasil como para cualquiera de los socios; pero limita la institucionalidad”, explicó el socio de Exante.
Ambos entrevistados creen que el país no verá consecuencias a nivel macroeconómico, pero reconocen que algunas industrias podrían sentir reducida su “ventaja” ante otros comerciantes. Esta ventaja se trata del arancel 0, que mantienen los países que conforman el Mercosur entre sí, que caerá en su diferencia con los países extra-bloque.
Detrás de cámara
El economista explicó que, fuera de las luces del Mercosur, existe una realidad diferente a la que fue “oportunamente pautada”. Esto es, porque cada uno de los países ha establecido un conjunto de apartamientos extremadamente significativo a ese arancel (AEC), tanto por la vía de excepciones particulares, como por la existencia de regímenes especiales.
A modo de ejemplo, Rosselli mencionó el régimen de admisión temporaria y el de zona franca que cursa Uruguay, mientras que Argentina y Brasil tienen sus “zonas promovidas” en Tierra del Fuego y Manaos, respectivamente
“La noción de que existe una estructura arancelaria común para todas las importaciones de fuera del bloque fue un objetivo absolutamente incumplido desde el origen y que probablemente no se va a cumplir nunca”, acentuó el entrevistado.
Tal como plantea Rosselli, la actitud de la administración brasileña no resulta ser algo aislado, sino que viene acoplada con decisiones que tomaron otros miembros. Argentina, por ejemplo, ha puesto licencias no automáticas a las importaciones, mientras que Uruguay decidió elevar una tasa consular exclusiva para países del Mercosur y una diferencial a los de fuera del bloque.
“Es más conveniente que cada uno avance a su ritmo en negociaciones comerciales que seguir perseverando en la ficción de que tenemos que negociar en conjunto porque definimos un objetivo de un AEC, y porque otro objetivo era ser una unión aduanera que jamás cumplimos, y que jamás lo vamos a hacer”, remarcó el economista.
A mitad de camino
Según Vaillant, el ministro brasileño entendió que se le agotaba el tiempo y tomó este camino como mecanismo transitorio. “Se cambió toda, o prácticamente toda, la estructura de tarifarios, sin tener que recurrir a un instrumento legal -una ley-”, explicó.
De esta forma, Brasil acordó con Argentina una serie de medidas que les permiten bajar el 75% del universo arancelario al primer país y un 25% al segundo, lo que aumentaría aún más las divergencias entre el arancel efectivamente aplicado y el AEC.
Según entiende Vaillant, Paraguay seguiría la misma línea, sin embargo, desde Uruguay la postura sería no apoyar la moción si esta no se asocia a una declaración formal sobre la flexibilización en las relaciones comerciales con terceros.
De esta forma, Uruguay tensa sus relaciones comerciales y diplomáticas con Brasil, pidiendo a cambio algo que, este último no está en condiciones de dar -porque Argentina ya se había negado-. Sin embargo, en varias oportunidades el presidente del vecino país, Jair Bolsonaro, y su ministro de economía, Paulo Guedes, habían manifestado su aprobación sobre la intención de Uruguay de negociar con terceros.
“La mención que está en el comunicado de la Cancillería del Uruguay me parece totalmente equívoca, porque acciones unilaterales y situaciones de facto no son la excepción al Mercosur, es la norma; así hemos construido el Mercosur”, afirmó el especialista. Y seguidamente recordó que la actual administración brasileña se ha comprometido con una reforma comercial.
De todos modos -y aunque se haga efectiva-, para que el proceso “culmine”, debe haber acuerdo entre todos los integrantes del grupo.
“Abran cancha”
De acuerdo al socio de Exante, el camino tomado por Brasil, le daría más legitimidad al planteo de Uruguay de tener sus propias negociaciones comerciales, que bajo su visión ya era de por sí legítimo, amparado en tres razones. La primera, es que el reclamo de Uruguay no sustituye ningún otro camino de negociación colectiva. La segunda, es que no existe, dentro del Mercosur, una agenda de integración regional o de unión aduanera que justifique tener una estrategia de negociación común. Y la tercera, es que cualquier acuerdo comercial que celebre Uruguay con otros países, desde el punto de vista económico de los otros miembros, es absolutamente irrelevante dado el tamaño relativo de las economías. Es decir, no les generaría ningún daño.
«Uruguay está expuesto a sanciones no por una razón de índole económica, sino por cálculos políticos que no guarden una racionalidad económica, porque no verán ningún perjuicio en lo hecho por nuestro país. Sería mucho mejor que el Mercosur reconociera que los países tienen agendas diferentes», defendió Rosselli.
Consultado sobre este tema, Vaillant reconoció que -anteriormente- uno de los avances de Uruguay fue alinearse con Brasil, orientando sus políticas comerciales en sentido de los intereses propios, y lograr que el país norteño apoye esta posición. Y destacó que toma más relevancia en el entorno que implica el inicio del proceso del estudio de factibilidad de un TLC con China.
El entrevistado sostuvo que Uruguay tiene más posibilidades de avanzar con terceros países -China en particular-, conforme más alineada esté su posición con la de Brasil. Y explicó que no sería una buena noticia que esta situación pueda “erosionar», y que quizás lo más adecuado sea que Uruguay también reduzca unilateralmente el 10% el AEC, e incluso anuncie una reducción mayor a futuro.
“Esta reducción, por la forma en que se procesó, desafina un poco la intención de relacionarse comercialmente con terceros, ya que llega en un momento de «debilitamiento» de las relaciones con Brasil que venían muy bien. Es una situación si no de conflicto, al menos tensa, y hay que gestionar de la forma más armónica posible”, relató Vaillant.
Exportadores atentos al impacto
Desde la Unión de Exportadores están analizando el impacto de la medida que entrará en vigor en los próximos días, para luego presentar un informe al gobierno.
Según explicó a CRÓNICAS, Margarita Varela, responsable de comercio exterior de la gremial, se estudiará -principalmente- cuáles son los productos que entran en las líneas arancelarias que serán rebajadas y, de darse el caso, prestar atención a cómo quedarán situados ante competidores.
Un posible impacto, que no deja de ser indirecto -porque Uruguay no paga aranceles con Brasil al amparo del Mercosur-, es la reducción de esta ventaja arancelaria.
Brasil representa una gran parte de las exportaciones de Uruguay -se encuentra en el segundo escalón-. Dentro de los rubros más destacados, podemos encontrar industrias como la del plástico, cebada, productos automotrices, lácteos, cereales, grasas y aceites, carne, manufacturas metálicas, productos químicos, farmacéuticos y cueros (entre otros).