Según el analista internacional, Nicolás Albertoni, tanto en la región como en Uruguay predominan discursos de “fragmentación” y “mesianismos políticos”. De esta manera, no se apuesta por el desarrollo, sino que se ve a oposición y oficialismo como “buenos y malos”, donde los líderes prometen un cambio a la situación política actual.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
El año pasado, Jair Bolsonaro ganó las elecciones brasileñas con un discurso marcado de repudio y ataques a sus opositores. Este año, tanto Uruguay como Argentina tendrán también sus elecciones nacionales, donde se espera que no prime una actitud como la que triunfó en la principal potencia sudamericana.
En diálogo con CRÓNICAS, el analista internacional Nicolás Albertoni se refirió a la existencia de estos fenómenos, tanto en América Latina como en Uruguay, calificándolos como “fragmentaciones”. Es decir, “cuando en el eje del discurso ya no pasa a estar la agenda del desarrollo”, sino una lógica de “buenos y malos, oposición y oficialismo”; “si queda un gobierno todo va a estar mal y si no, todo va a estar bien”, explicó el experto.
De hecho, según Albertoni, no sólo la oposición es responsable por estas lógicas fragmentarias, sino que también el oficialismo peca de ello. “Yo creo que a veces los mismos gobiernos que están en el oficialismo buscan promover estas cosas, porque les sirve también a ellos”, opinó. Agregó, además, que un cambio de gobierno no necesariamente es positivo para un país, por lo que el oficialismo puede aprovecharse de esto para promover un discurso de fragmentación.
Este fenómeno que azota a América Latina no viene solo. De acuerdo con Albertoni, se da también un “mesianismo político” que acompaña a la fragmentación. Eso aparece cuando una figura o partido asume una postura de “venimos nosotros a cambiar”, argumentó. En este sentido, apuntó a la candidatura de Bolsonaro para ilustrar su punto, ya que el ahora presidente de Brasil se manifestó durante gran parte de su campaña bajo esta lógica de apostar al cambio.
Esos dos factores -el no caer en los mesianismos y que el único eje de discurso que maneje tanto el oficialismo como la oposición sea la fragmentación- son el gran desafío que tanto Uruguay como América Latina tienen por delante en el corto plazo, argumentó Albertoni.
Figurita repetida
Si algo de esto suena familiar es porque no es la primera vez que algo así sucede en el continente. Albertoni hizo alusión a la ola de izquierda de fines de los años ’90 y principios de los 2000, donde estos nuevos gobiernos se manifestaban bajo esta misma lógica.
“Esta lógica de recambio que parece haber en América Latina ahora no tiene que caer en la misma receta por la cual perdió en los ’90 e inicios del 2000”, sostuvo el analista. Esta es la única forma de detener “esa lógica cíclica“ en la que los gobiernos cambian ”porque todos son malos”.
De esta manera, insistió en que el eje del discurso político sea el desarrollo, “y no lo mismo que las izquierdas promovieron, que era un mesianismo político”, como lo hizo Bolsonaro. Es por esto que no se trata de “izquierdas o derechas”, afirmó, sino que se debe abandonar esa fragmentación y “hablar un poco hacia delante, de progreso”.
Para Albertoni, Argentina y Brasil son dos países en los que este fenómeno es más notorio.
En su opinión, en Brasil esto se notó claramente durante las últimas elecciones. “Gran parte de la campaña estuvo basado en eso, es decir, en la fragmentación y el mesianismo”, explicó, lo que conlleva el riesgo de caer en una lógica cíclica.
Argentina, por su parte, “no necesita explicación”, admitió Albertoni. “Es el país que de un lado u otro, entre un espacio político y otro, parece como que de verdad existiera esa fragmentación”, reflexionó.
En Uruguay, un debate para el desarrollo
Albertoni analizó que esta lógica de fragmentación, “que le hace mal al país”, pierde tiempo en el debate del desarrollo. Por eso, consideró que “ojalá sea obligatorio” debatir de cara a las próximas elecciones en Uruguay, teniendo como centro los principales temas en los que hay que mejorar.
“A grandes rasgos, hay consenso en los grandes temas, el desafío esta en concretarlos; ahí va a estar el eje de la política”, señaló. En su opinión, el riesgo está cuando el político se olvida de esto, y busca la fragmentación para diferenciarse.
Albertoni indicó que Uruguay puede estar ante un escenario de este tipo porque tiene un votante “muy volcado hacia el centro en gran promedio”, por tanto, el líder político puede verse tentado a promover esa lógica, aunque “en el mediano y largo plazo no hace otra cosa que crearle problemas al país”, ya que no se está haciendo énfasis en su agenda de desarrollo.