En diálogo con CRÓNICAS, el virólogo Álvaro Fajardo se refirió a la recientemente ingresada cepa delta del covid-19. Así, mientras enfatizó en la importancia de la vacunación, se refirió a la única franja etaria que hoy no está vacunada en el país: los niños de hasta 12 años. El experto indicó que el principal riesgo es que ellos puedan ser un “foco dispersor” del virus, y la situación mejorará una vez se los inocule. De esta manera, detalló que se estima que sobre fines de primavera o principios de verano de este año esté diseñada una vacuna para su aprobación y posterior uso en esta población.
El pasado sábado, el Ministerio de Salud Pública (MSP) confirmó la llegada no solo de la variante delta del covid-19 al país, sino también de las alfa, beta y lambda. De estas cuatro, la única que no fue considerada como “de preocupación” fue la última. Ante estos nuevos riesgos, el gobierno no planteó modificaciones ni nuevos regímenes de reducción a la movilidad; la reacción desde el Ejecutivo fue alentar a la vacunación, ya que se sostiene que es la principal vía de lucha contra el virus y sus diversas cepas.
En este sentido, el virólogo Álvaro Fajardo aseguró que “lo peor ya pasó” y “sería esperable” que no haya una ola “de la magnitud que ya la hubo”. Sin embargo, el experto reconoció que es previsible que haya un aumento de casos, ya que las vacunas administradas en el país tienen una alta tasa de efectividad para reducir los contagios (80% para Pfizer, alrededor de 60% para Sinovac), pero las personas igual pueden infectarse y transmitir el virus. La cuestión está en que cualquiera de las dos vacunas tiene más del 90% de efectividad en proteger contra hospitalizaciones y muerte a causa del virus.
Dicho esto, “básicamente las personas que están más susceptibles son los que no están vacunados”, resumió el virólogo del Institut Pasteur.
Otro ladrillo en el muro
Ahora bien, ¿qué pasa con los no vacunados, o quienes recientemente lo hicieron pero aún no alcanzaron los 14 días de inmunidad?
Estos son los casos de los niños (hasta 12 años) y adolescentes (12 a 17). Los infantes “corren mayor riesgo de infectarse”, aseveró Fajardo, mientras que “hasta el momento no hay ningún adolescente inmunizado” a pesar de que ya se haya comenzado a inocularlos en el país.
A pesar de que esta no es una población que no suele manifestar cuadros graves en cuanto a los síntomas por covid-19, indicó el experto, sí pueden ser un foco dispersor del virus, ya que pueden contraerlo y transmitirlo. “Cuando haya una vacuna aprobada, hay que apuntar (a este público) para inmunizarlos”, manifestó.
En este sentido, detalló que los laboratorios de Pfizer y Moderna (dos vacunas “avanzadas”) están en ensayos clínicos respecto a vacunas para menores de 12 años. Así, “las proyecciones podrían indicar que para fines de primavera o principios del verano podría llegar a estar alguna vacuna con las fases clínicas terminadas” y que se considere su uso por parte de las agencias internacionales.
“Lógicamente fue una población que se fue dejando para el final porque no es la principalmente afectada. Pero, a futuro, es esperable que toda la población sea inmunizada, porque sino quedan franjas etarias que al no estar vacunadas pueden infectarse y ser focos de trasmisión, y eso hace más difícil controlar la pandemia”, reflexionó Fajardo.
De esta manera, el principal riesgo de acá a que se pueda incluir a los niños en el plan de vacunación —y así llegar a una mayor población total vacunada— “es que el virus siga circulando”.
La tercera
Por otro lado, el experto se refirió también al plan del gobierno de administrar una tercera dosis de Pfizer a la población inmunodeprimida, la “más susceptible de todas”, ya que no logran generar niveles de inmunidad tan buenos como otras personas, explicó. “Lógicamente es una población que sería bueno reforzar, y lo importante es hacerlo lo antes posible”, insistió Fajardo.
Sobre la posibilidad de dar una tercera dosis de Pfizer a la población en general, Fajardo afirmó que sería positivo porque “aumentaría la efectividad”.
Consultado respecto a si no sería oportuno dar una tercera dosis también a la población en general, más teniendo en cuenta la llegada de estas variantes riesgosas, el especialista reconoció que hacerlo sería positivo porque de esa forma se “aumenta la efectividad”, dado que se incrementa la posibilidad de prevenir casos de síntomas leves o moderados, y también disminuye la chance de que el covid-19 se disperse en la sociedad.
En su opinión, el primer punto de la campaña de vacunación debería apuntar a que la población esté inmunizada para, posteriormente, dar un paso más, que podría centrarse en vacunar con una tercera dosis. La estrategia en este camino tendría que ser la de inocular, en primer lugar, a los inmunodeprimidos, luego a personas con comorbilidades o adultos mayores -habría que establecer cuál sería el criterio de dónde se pone el foco primero para intentar mantener con buena inmunidad a las personas más susceptibles-, y por último al público en general.