El Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) presentó un trabajo a partir del procesamiento de datos de la Encuesta Continua de Hogares del 2022, que busca “caracterizar y comprender” la pobreza pospandemia en Uruguay. Para hacer foco en su interpretación y en su conceptualización general, CRÓNICAS entrevistó al economista Ignacio Umpiérrez, quien participó del informe. El mismo destacó que “Pobreza en Uruguay: más allá del ingreso” es un boletín en el que se trata de “ponerles cara a los números”, para profundizar en las particularidades de los hogares que están por debajo de la línea de la pobreza y quienes los habitan, haciendo una comparación con aquellos que están solo 25% por encima.
Más allá de ser un trabajo focalizado en la pobreza, el relevamiento también tuvo en cuenta de forma comparativa a aquellos hogares y personas que se encuentran por encima de la línea de pobreza, y más específicamente 25% por encima de la misma. Para Umpiérrez, lo más interesante de la comparación de este tramo mencionado por último es que representa el primero en cuanto a ingresos, que se puede caracterizar como “no pobres”, pero, aun así, sigue representando un rango menor en comparación con el promedio de la sociedad.
Una mirada geográfica
Partiendo de este escenario, uno de los focos en los que estuvo puesto el análisis de los datos fue en la tasa de pobreza en personas por departamento. En ese caso, el economista comentó que, en general, hay una zona norte y noreste del país bastante más atrasada en términos estructurales respecto a lo que puede representar el centro oeste o el centro sur del país. Algunos elementos como el empleo, los niveles de formalidad, de ingresos, la educación, y otros vinculados más bien a las características de los hogares, se muestran como factores comunes. En concreto, los puntos identificados con mayor incidencia de la pobreza teniendo en cuenta esta tasa son Cerro Largo, Rivera, Artigas, Treinta y Tres, Rocha, Salto y Montevideo.
El desafío del acceso a servicios
Otro punto a profundizar dentro del análisis de la situación de pobreza fue el acceso a servicios en los hogares. El experto detalló que sobre eso se tuvieron en cuenta tres grandes categorías, las cuales ponían en cuestión el acceso a internet, la calefacción y la situación o no de hacinamiento. En relación con lo primero, se pudo corroborar que el 52% de los hogares por debajo de la línea de la pobreza no cuentan con acceso a internet. En lo que vincula a la calefacción, el dato concreto indica que hay un 25% de los hogares por debajo de la línea de la pobreza que carecen de cualquier tipo de calefacción. Por último, se tuvo en cuenta el hacinamiento, término que describe la situación donde “el porcentaje de personas que vive en un hogar en relación a la cantidad de habitaciones para dormir es mayor a dos”. En este caso, se determinó que esta condición se da en el 33% de los hogares por debajo de la línea de la pobreza.
Sacando en limpio
Como una de las conclusiones más generales del trabajo presentado, el economista aseveró que “se evidencia un conjunto de carencias estructurales que son mucho más rígidas que el factor monetario”. Las mismas se encuentran vinculadas concretamente a algunas variables como el hogar, el empleo y la educación. Agregó en la misma línea que se da la identificación de una similitud entre los hogares por debajo y los que se encuentran 25% por encima de la línea de pobreza. Planteó que entre ellos la diferencia tiene que ver solo con las momentáneas características del ciclo económico y los eventuales ingresos específicos que llegan en determinado periodo.