A casi un año de la implementación de la reforma educativa, especialistas analizaron el funcionamiento y sus competencias. CRÓNICAS dialogó con el exintegrante de la agrupación Eduy21, Renato Opertti, y con el sociólogo especializado en educación, Pablo Menese, quienes observaron las carencias y los argumentos a favor del sistema educativo.
Por Antonella Aguinaga – @antoaguinaga15
Algo que parecía lejano en 2020 cuando se plantearon los primeros pasos de la reforma, se volvió real en 2023. Pero el impacto de la pandemia hizo que los métodos de enseñanza y las prioridades de los alumnos cambiaran, lo que resultó en dificultades para distinguir sus efectos.
Pablo Menese resaltó el trabajo de los Centros María Espínola, una propuesta enfocada a la población más vulnerable, donde se percibió una primera evidencia. “Observamos mayores tasas de persistencia y acreditación”, sostuvo el especialista
El 2024 como año electoral presenta sus particularidades y la educación no es ajena a este fenómeno. Si bien para Menese los uruguayos tienen otras prioridades entre sus inquietudes, Renato Operti destacó la necesidad de realizar una inversión pedagógica.
El abordaje de la reforma
La reforma educativa plantea dos grandes elementos: la formación por competencias y la integración entre los niveles. Para los especialistas, esto es fundamental ya que brinda una coordinación y unificación en los criterios de evaluación. “Son aspectos positivos”, dijo Opertti, y agregó que estos enfoques brindan capacidad de decisión a los alumnos.
Sin embargo, la mayor incertidumbre se presenta en los programas. Para Opertti, “no son lo suficientemente innovadores y transformacionales”, mientras que para Menese, “no están planteados ni para la universidad ni para el mercado laboral”. En ese sentido, también destacó la Ley General de Educación de 2008, donde se planteó garantizar y promover una educación de calidad para todos los ciudadanos.
Ambos especialistas coincidieron en que la última reforma educativa no discute el objetivo de enseñar y aprender.
Opertti destacó la necesidad de “alinear programas con una visión proactiva”, por su parte Menese sostuvo que se debe plantear un propósito. “Si no se redefine la dirección, es en vano”, dijo.
Sistema educativo uruguayo
“Tenemos un sistema educativo débil”, indicó Opertti, y explicó que sus diferentes niveles están fraccionados, lo que impide un desarrollo más integral.
Por su parte, Menese estuvo de acuerdo en la búsqueda de una “armonía” en la educación formal obligatoria y sostuvo que Uruguay “es muy bueno enseñando”. Sin embargo, explicó que el problema subyace en la exclusión de los estudiantes y la necesidad de seleccionarlos en una antesala a la universidad. “Nuestro sistema es regresivo y filtra a los estudiantes”, sostuvo.
Para el especialista, el diseño del sistema educativo no se realizó con especial foco en el camino que transitan los alumnos y por este motivo, a pesar de que estudian más, permanecen cada vez menos tiempo dentro del sistema. “No puede ser que a lo largo de 12 años un estudiante pase por tres diseños institucionales diferentes”, dijo, e hizo hincapié en un elemento planteado en la Ley de Urgente Consideración (LUC): el cambio de gobernanza.
En ese sentido, Opertti identificó la necesidad de romper barreras para mantener un recorrido más fluido y de apoyo para los estudiantes en el sistema educativo. Si bien parece ser la intención de la reforma -según el entrevistado-, esto no se ve reflejado en las prácticas. “Al introducir la idea de enfoques y competencias, es un avance que alinea a Uruguay con el mundo”, dijo Opertti.
Uruguay para el mundo
Según los resultados de las pruebas PISA 2022, Uruguay tuvo un descenso en matemáticas, un aumento en ciencias y se mantuvo estable en lenguas. Con motivo de estos datos, Opertti sostuvo que se espera que la reforma modifique los niveles en materias básicas.
Una de las observaciones sobre el sistema educativo uruguayo que tuvo el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue que a pesar de destinar menos recursos, el país se posicionó segundo en su estudio sobre desarrollo educativo.
Para Opertti, a nivel mundial Uruguay está lejos de la media y destacó la inversión en políticas de Estado. “El desafío es que la inclusión tecnológica se refleje en los procesos de aprendizaje”, enfatizó.
En cambio, Menese indicó que Uruguay se encuentra en pleno proceso de posicionamiento ante el mundo. “Hace 40 años éramos los terceros con más acreditación, hoy somos los terceros con menos”, sostuvo.
Un enfoque socioeconómico
Durante décadas, el nivel educativo parecía tener una relación estrecha con los ingresos económicos de cada hogar. En la actualidad, la línea que diferencia a la educación pública y privada se desdibuja -según Menese- y aparece el fenómeno del cierre de varias instituciones privadas.
Para el exintegrante de Eduy21, esto se genera gracias a un elemento demográfico; baja tasa de natalidad. “Tendría que ser una oportunidad para revertir la situación de pobreza en la infancia”, calificó.
Si bien Opertti sostuvo que la relación entre el nivel socioeconómico y el rendimiento educativo no es determinante, para Menese el diseño del sistema educativo también desprende a los estudiantes de altos ingresos. “Hay muchos desincentivos que no solo impactan en la clase baja”, expresó.