Investigadores de la Facultad de Química en colaboración con colegas de INIA Salto Grande y productores citrícolas presentaron una novedosa trampa, diseñada para combatir a un insecto llamado taladro de los cítricos, plaga que amenaza a este tipo de cultivos en todo el país y que ya ha ocasionado severos daños en los últimos años.
Dentro de las principales características de la trampa, se destaca su condición de ser ambientalmente amigable, de muy bajo costo y con un armado muy sencillo, lo que permite a los productores citrícolas preparar por sí mismos los dispositivos que sean necesarios.
El taladro de los cítricos (Diploschema rotundicolle) es un escarabajo marrón de gran tamaño (alcanza los 4 cm en su etapa adulta), nativo de América del Sur, que representa un serio problema para los productores citrícolas, particularmente de limón.
Esta plaga daña irreversiblemente las estructuras de los árboles porque deposita sus huevos en ellos y, posteriormente, las larvas se alimentan de la madera por un extenso período —que puede superar un año—, perforando ramas, tronco y eventualmente raíces.
Sin embargo, aún se conoce poco sobre estos insectos, lo que ha redundado en un manejo ineficiente y en una reciente explosión de las poblaciones de este escarabajo.
La investigación llevada a cabo por María Eugenia Amorós, Lautaro Lagarde y Valentina Poloni, bajo la dirección de Andrés González y Carmen Rossini, del Laboratorio de Ecología Química de la Facultad de Química, trabajó sobre alternativas que excluyeran el uso de pesticidas u otros agroquímicos, buscando describir la sustancia química (feromona) que liberan los adultos de estos escarabajos para atraer a otros o para comunicarse entre sí, con el fin de conocer su composición y desarrollar un cebo para trampas.
Simultáneamente, se realizaron pruebas con dispositivos de tipo lumínico y diferentes tipos de lámparas, ya que los adultos de esta plaga son nocturnos, buscando determinar cuál presentaba mayor capacidad de atracción sobre estos insectos.
Luego de una serie de estudios, se consiguió desarrollar una trampa con un tubo de luz negra que, ubicada a una determinada altura, presenta el máximo efecto de atracción sobre los insectos.
La trampa es de armado sencillo, con materiales de fácil acceso, permitiendo que cualquier persona pueda construirla y así monitorear la plaga.
Sobre esto, Rossini dijo a CRÓNICAS que en el caso de sanidad citrícola hay varios problemas relacionados con insectos herbívoros en el país. “Se empezó a estudiar la feromona del taladro y se supo exactamente qué sustancia era. Así, podés ir al campo y poner adentro de trampas un emisor de la feromona de tal manera que los escarabajos sean atraídos y no puedan salir. De ese modo disminuye la aplicación de plaguicidas. Es un aporte a la producción”, concluyó la investigadora.