El proyecto Jóvenes a Programar logró que 700 jóvenes de entre 17 y 26 años de edad egresen en estos días como programadores. La iniciativa, que pretende llegar a cinco mil personas en tres años, fue bautizado con el nombre de Álvaro Lamé, en homenaje a su memoria.
El mundo globalizado demanda cada vez más un mayor número de programadores. Las plazas, en ocasiones, quedan vacías de estos profesionales. Contemplando esta realidad es que Ceibal, con apoyo de la Cámara Uruguaya de Tecnología de la Información (CUTI), el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y empresas de tecnología llevan adelante Jóvenes a Programar.
Se trata de un proyecto de tres años que tiene como objetivo capacitar a cinco mil jóvenes, de los cuales 700 de ellos están culminando el primer ciclo en estas fechas. La estrategia fue visualizada por Álvaro Lamé, expresidente de CUTI, por lo que en homenaje a su labor, fue bautizada con su nombre.
“Ceibal cree que todos deberían saber programar. El desafío es cómo enseñarlo, sobre todo, a los jóvenes”, comentó Carinna Bálsamo, directora de este programa, a CRÓNICAS. Es la primera vez que se lleva adelante una iniciativa público privada con estas características, resaltó la ingeniera.
Con este programa se apunta a personas de entre 17 y 26 años de edad. Este año se comenzó con mil de ellos, pertenecientes a 13 departamentos de todo Uruguay. La forma de atraer a tantos jóvenes para impartir un conocimiento que a primera vista puede parecer desafiante obliga a utilizar distintas vías de comunicación para conquistarlos. Una de ella son las redes sociales, y otro los medios locales de los distintos departamentos
Para capacitarlos, se utiliza la red de videoconferencias con las que cuenta Ceibal. A la vez, para realizar las correcciones de los trabajos prácticos de los alumnos, se desarrolló un software especial que permite a los profesores acceder a la computadora del estudiante a pesar que esté a cientos de kilómetros de distancia.
No obstante, no todo son códigos ni algoritmos. También se les enseña inglés y competencias transversales a los estudiantes, además de trabajar en equipo, y a tener una comunicación asertiva o resolver conflictos.
La mayoría de los estudiantes tiene actualmente una educación que alcanza hasta tercer año de liceo. Las edades son homogéneas. Los resultados, al decir de Bálsamo, fueron buenos. “Vimos que se puede enseñar programación y que no es necesario ser un ingeniero o analista para aprender”, concluyó.
A fin de continuar apoyando a este primer grupo que egresa en estos días, en 2018 se los acompañará en una búsqueda laboral a través de talleres de inserción de trabajo. Los miembros de la CUTI tienen su participación en esta área a través del envío de vacantes y solicitudes de empleados.
Los interesados se pueden inscribir a este programa a través de https://jovenesaprogramar.edu.uy/ y aprobar un test de admisión donde se evalúan conocimientos generales, comprensión lectora, cálculo y tolerancia a la monotonía.