De acuerdo con el investigador en Relaciones Internacionales, Nicolás Albertoni, Uruguay “podría perfectamente entrar en las conversaciones” del acuerdo firmado el pasado 11 de junio entre Chile, Nueva Zelanda y Singapur. El mismo abarca aspectos relacionados a la economía digital, y está abierto a la adhesión de nuevos miembros. Dado el tema en cuestión, Uruguay “tiene todo el perfil” para adoptar este modelo de negocios, gracias al buen avance de las tecnologías de la información que presenta.
Ayer jueves, el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) organizó un panel internacional para analizar la nueva era de los tratados de libre comercio (TLC) digitales. Durante la disertación se trató de observar los desafíos y oportunidades ante el Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA, por sus siglas en inglés) entre Chile, Nueva Zelanda y Singapur, firmado el pasado 11 de junio.
El pacto, único en su modalidad, busca impulsar la colaboración en el ámbito de la economía digital. Así lo aseguró María Helena Lee, jefa de la División de Servicios y Economía Digital de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales de Chile (Subrei), al establecer que el mismo tiene como objetico “establecer un marco normativo y de cooperación que permita a las economías miembro promover sus mercados para el desarrollo de la economía digital”.
Asimismo, remarcó que es importante porque está conformado por economías pequeñas pero “de gran proyección al mundo”.
La experta subrayó que este acuerdo es distinto de los tradicionales. Mientras que los TLC normales incluyen temas como compras públicas, comercio sin papel y logística, el DEPA añade un puñado de nuevos tópicos a la mesa; entre ellos, cooperación en ciberseguridad, fintech, inteligencia artificial e inclusión digital.
Además, introduce nuevos objetos del comercio, tales como productos digitales, un flujo transfronterizo de datos, mayor uso de encriptación -y por tanto, protección de información personal- e innovación de la economía digital.
Al respecto, CRÓNICAS consultó a Nicolás Albertoni, investigador en Relaciones Internacionales y comentarista del evento virtual, quien profundizó sobre el acuerdo y explicó cómo Uruguay podría aprovechar este flamante instrumento.
Déjame entrar
“Dicho de forma fácil, (el acuerdo) facilita el comercio de extremo a extremo sin fricciones en lo digital”, sostuvo el experto. Además, remarcó que es una herramienta que presenta más beneficios que riesgos.
La mayor oportunidad, más allá de todos los nuevos contenidos que se tratan dentro del propio acuerdo, es trazar confianzas, generar seguridad en las plataformas y el comercio entre los tres países, argumentó Albertoni. Por el contrario, el peligro “casi nulo” que el ejecutivo describió se ubica dentro de las burocracias domésticas de cada país en cuestión. “Uno no tiene de la noche a la mañana toda la capacidad técnica para hacer estas cosas, entonces puede quedar rezagado en el cumplimiento este acuerdo”, apuntó.
Sin embargo, reconoció que los tres países que firmaron este acuerdo “tienen espalda y concretaron la firma con un plan concreto de llevar a la digitalización a la que se comprometen”.
Dentro de este marco, el investigador no tuvo duda alguna de que Uruguay “tiene todo el perfil” para adoptar este modelo de negocios en un futuro.
“Se está hablando de países que han estado dinamizados en el tema del mundo del software, y vaya si Uruguay tiene todo el perfil de este tipo”, manifestó. En este sentido, reafirmó que el buen avance que el país tiene en el sector de tecnologías de la información lo provee del respaldo técnico suficiente para estar a la altura del acuerdo.
Y la realidad es que nada impide que Uruguay forme parte: el DEPA está abierto para la adhesión a nuevos miembros una vez que entre en vigor (esto será 90 días después de que al menos dos signatarios lo hayan ratificado). Pero, ¿qué pasa con el Mercosur? Según Albertoni, los demás países del bloque tendrían más dificultades para ponerlo en práctica, algo que no es dificultad para Uruguay. Por otro lado, las ya clásicas trabas que el bloque significa para las intenciones del país a la hora de buscar negociaciones bilaterales no aplican para este nuevo pacto.
“Todo el marco del Mercosur que nos inhabilita a negociar bilateralmente es en el contexto de bienes… Es en aranceles, en el comercio tradicional que hablamos, pero en esto, que es el comercio de los intangibles, hay una puerta inmensa abierta (…) Entonces, cuando hay un grupo de tres países que proponen un marco para poder conversarlo, Uruguay está habilitado en todos los sentidos para poder ser parte de esta negociación y entrar en las conversaciones”, aseguró el experto.