El vicepresidente de CEDU, Marcelo Montado, expresó que el país tiene una “enorme oportunidad” para alcanzar “un nivel de país desarrollado” mediante el avance de la tecnología digital. En su opinión, para lograr ese objetivo, tiene que apuntalarlo con una educación más fuerte y una estructura legal innovadora. En ese camino, añadió, el gobierno tiene que jugar “un rol deliberado a la transformación”.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
– ¿Cuáles son los desafíos que presentan las nuevas tecnologías para el mundo del trabajo?
– Necesariamente se necesita información avanzada. No es una preparación, un oficio, sino que, como dijimos, se necesita información. Y este es un punto central en todo lo que es el desarrollo de la humanidad hacia un área diferente.
Aquí tenemos un desafío enorme que no se resuelve en el corto plazo: el problema de educación que tiene Uruguay, con todas las oportunidades que tiene el país de liderar este proceso, no puede fracasar por este punto.
Si tengo que discutir dónde puede fracasar esa transformación de Uruguay de liderar a nivel regional la nueva economía, señalo dos aspectos. Por un lado, los marcos regulatorios que acompañen y sean habilitantes y motiven al desarrollo de la nueva economía. Por otro, está el tema educativo, y en este sentido, que el mismo tenga la fortaleza, la adecuación y el aggiornamiento para producir los recursos humanos que están necesitando.
Uruguay tiene que trabajar en las líneas donde se asegure realmente que la inversión que haga la vaya a recuperar.
–¿Qué rol debería jugar el tema de cara a las próximas elecciones?
– Yo creo que, en lo que tiene que ver con empleo, por un lado trabajar el tema educación y buscar políticas activas para que las empresas apadrinen y sean ellas mismas las que aseguren o que breguen porque las personas terminen la carrera. Por otro lado, también buscar tener marcos legales no solo habilitantes, sino estimulantes de la nueva economía.
La economía digital implica transformaciones que golpean día a día. Esto implica saber cuánto estamos preparados para aceptar esas transformaciones, o para motivar esas propias transformaciones y para darle cabida y ser atractivos para otros países.
Hay dos aspectos para mí fundamentales. Primero, los cambios a realizar en la educación, implementar políticas activas del gobierno para que las empresas no solo los incorporen, sino que los apadrinen. Segundo, marcos legales que habiliten y que sean atractivos para la inversión local, para empresas que desde el extranjero vean con buenos ojos un ecosistema que puede funcionar y que tiene la infraestructura necesaria.
Todos esos son elementos esenciales para la germinación de la economía digital y, por ende, para la germinación de empleo. Pero tiene que darse esta discusión y generar marcos que terminen propiciando la creación de empleo.
– ¿Qué rol debería jugar también en los próximos programas de gobierno?
– Para mí, esencial. A mi juicio, lo único que puede llegar a situar al país en el primer mundo es la nueva economía. Uruguay tiene todo para liderar. De hecho, hoy lidera bastante, pero lo hace porque no se empiezan a ver todavía las consecuencias de la no transformación. Las tecnologías producen transformaciones, pero nos ha costado asimilarlas.
Uruguay tiene esa oportunidad enorme para alcanzar un nivel de país desarrollado a través de la mejora de una economía digital, la cual se apoya en infraestructura de telecomunicaciones, penetración e inclusión tecnológica y asimilación por parte de los usuarios a la tecnología y la industria del software. Tiene todo para armarse. Debe apuntalarlo con una educación más fuerte y con una estructura legal innovadora.
Es imprescindible entender que tenemos una responsabilidad enorme y que la oportunidad es una ventana corta, y de no asumirla, de no atrapar estas oportunidades, vamos a quedar relegados. Esto es así, es inevitable.
Ahora, ¿qué rol tiene que jugar el gobierno frente a este tema? Es un rol deliberado a liderar la transformación. Es necesario poner el tema en la población, discutirlo, y empezar a marcar la agenda de la transformación. Cuando digo esto me refiero a que se traduzca en marcos legales que terminen siendo propensos y habilitantes a los nuevos modelos de negocio y a la nueva economía en general.