Columnas
La infancia frente al cambio climático y la degradación ambiental en Uruguay
Fecha de publicación: 29/08/2025
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Por Carlos Grau, Fernando Lorenzo y Gonzalo Zunino (*)

Hasta el presente, al menos en Uruguay, los desafíos vinculados a la infancia y el cambio climático han sido abordados de forma aislada, sin contemplar las múltiples y diversas conexiones que existen entre ambas dimensiones. La atención de las diversas problemáticas que enfrenta la infancia y la adolescencia en nuestro país se encuentra entre las principales prioridades del gobierno. La agenda del cambio climático, y en particular el análisis de sus impactos económicos, sociales y ambientales, forma parte de los compromisos internacionales asumidos por Uruguay. Parece natural, por tanto, que la integración de las vulnerabilidades que enfrenta la infancia y la adolescencia sea integrada explícitamente en la definición de las estrategias de sostenibilidad ambiental. Esto ofrecería una oportunidad para alcanzar dividendos múltiples en las políticas públicas implementadas para atender ambos desafíos del desarrollo.

En un esfuerzo novedoso por vincular ambas agendas, un trabajo de Unicef (2021) plantea que las niñas y niños constituyen un colectivo que se encuentra particularmente afectado por los impactos del cambio climático. En primer término, se trata de colectivos físicamente más vulnerables y que tienen menos capacidad para soportar y sobrevivir ante eventos climáticos extremos. En segundo término, desde el punto de vista fisiológico, existe evidencia de que las sustancias tóxicas, como el plomo y otros contaminantes, afectan en mayor medida a la infancia y a la adolescencia en comparación con la población adulta. En tercer término, la población infantil y adolescente tiene mayor riesgo de muerte como consecuencia de enfermedades como el dengue y la malaria, que se espera que incrementen su incidencia con el avance del cambio climático. Por último, la degradación ambiental impactará muy tempranamente sobre la población más joven, en comparación con los adultos y los adultos mayores, afectando una mayor parte de su vida y desarrollo.

En el transcurso del presente año Cinve ha desarrollado una investigación con el objetivo de contribuir al cierre de una brecha existente en la literatura especializada a nivel nacional, identificando las principales amenazas para la infancia derivadas del cambio climático y la degradación ambiental.

La literatura internacional sugiere que el impacto diferencial del cambio climático sobre la infancia se observa a través de tres canales principales: a) impactos sobre la salud; b) impactos sobre la educación y acumulación de capital humano; y c) impactos sobre la violencia contra la infancia.

En materia de impactos sobre la salud, en 2016 la OMS estimó que el 24% de las muertes en todo el mundo están relacionadas con factores ambientales como la contaminación del aire, el agua y el saneamiento, el aumento de las olas de calor, los fenómenos meteorológicos extremos, la exposición nociva a sustancias químicas, entre otros acontecimientos relacionados con el ambiente y el clima. Los niños menores de cinco años se consideran más vulnerables a las enfermedades y el 28% del total de muertes a nivel global se deben a factores ambientales que afectan a ese grupo de edad (Prüss-Üstün et al., 2016). A su vez, parte de la literatura académica destaca los efectos del cambio climático en la salud mental de niños y jóvenes, identificando un doble efecto. Por un lado, se destaca que el impacto en salud mental puede ser resultado directo o indirecto de la ocurrencia de un fenómeno meteorológico extremo. Por otro lado, se ha encontrado evidencia de que los niños y jóvenes sufren de ecoansiedad, debido a su conciencia y miedo a las consecuencias del cambio climático.

Un segundo canal de impacto del cambio climático y la degradación ambiental sobre la infancia opera sobre los resultados educativos y la acumulación de capital humano. Dado que gran parte de la acumulación de destrezas, conocimientos y habilidades de las personas se desarrolla durante las etapas iniciales de la vida, el impacto del cambio climático sobre la formación de capital humano no es simétrico en toda la población, sino que afecta de forma particularmente intensa sobre la infancia, en comparación con la población adulta.

Durante la niñez y adolescencia los eventos asociados al cambio climático pueden afectar los rendimientos educativos y la acumulación de capital humano en diversas formas. La frecuencia de ocurrencia de eventos climáticos extremos reduce las oportunidades de acumulación de capital humano, afectando la escolarización y el rendimiento académico. Más allá de la pérdida de días escolares por estas causas, la literatura destaca efectos negativos sobre el rendimiento escolar, señalando que un día escolar bajo un calor extremo es un día de menor aprendizaje. A nivel local, el informe del Ineed (2024) muestra un claro impacto de las condiciones meteorológicas sobre el ausentismo escolar. El informe revela que los días de mayor inasistencia coinciden con días de alerta meteorológica o fenómenos meteorológicos que no llegan a configurar alerta (días de lluvia, olas de frío o tormentas).

El tercer canal de conexión identificado en la literatura entre el cambio climático y la infancia se vincula a un incremento en la vulnerabilidad de este grupo ante episodios de violencia. En concreto, se señala que los efectos del cambio climático pueden exacerbar situaciones de vulnerabilidad social, lo que repercute sobre el bienestar de las infancias.

La evidencia disponible señala que, en el caso de Uruguay, al igual que en otros países de la región, más allá de los tres canales de impacto discutidos a nivel internacional, existe un factor adicional que potencia la vulnerabilidad de la infancia ante el cambio climático y que se vincula a la situación desventajosa de este grupo para enfrentar los efectos de la degradación del ambiente. Esto es atribuible, principalmente, a la existencia de un sesgo infantil en lo que refiere a que la población infantil y adolescente residen, en general, en zonas de mayor riesgo ante eventos climáticos extremos, lo que se ve exacerbado por la situación de fragilidad socioeconómica y la vulnerabilidad de las condiciones habitacionales.

Esta hipótesis, justamente, encuentra respaldo en la información reportada por el Sinae referida a los eventos climáticos (inundaciones, tormentas, lluvias, vientos fuertes y granizadas) registrados durante 2024, donde los menores de edad están sobrerrepresentados entre la población afectada. Una fuente de información adicional que aporta evidencia en un sentido similar es el reciente Censo General de Población y Vivienda de 2023 del INE, donde se incorporó una pregunta respecto al abandono de la vivienda por motivos asociados al clima en los últimos cinco años. Los datos censales también señalan un claro sesgo de impacto de los eventos climáticos hacia los niños, niñas y adolescentes.

Referencias:

-Unicef (2021). “La crisis climática es una crisis de derechos de la infancia: Presentación del Índice de Riesgo Climático de la Infancia”. Nueva York: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

-Prüss-Üstün, A., Wolf, J., Corvalán, C. F., Bos, R., & Neira, M. P. (2016). Preventing disease through healthy environments: A global assessment of the burden of disease from environmental risks. World Health Organization. https://apps.who.int/iris/ handle/10665/204585.

-Ineed (2024). Ausentismo Crónico en Educación primaria pública: Caracterización del período marzo-agosto 2024. Mirador Educativo. Reporte temático 11.

(*) Investigadores del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve)

Buenos Aires 484, CP 11000, Montevideo, Uruguay
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