Por: Dr. Pablo Labandera (*)
Un reciente informe de la Organización Mundial de Aduanas (OMA) sobre la infiltración de las cadenas de suministro de carga marítima, publicado en junio de 2025, nos servirá de insumo para realizar una serie de reflexiones en torno al sistema aduanero y portuario. El informe referido se centra en la delincuencia organizada transnacional, el tráfico de cocaína y el rol de lo que designa como “conspiradores internos” (verdaderos habilitadores opacos, personas de confianza de las organizaciones criminales internacionales), en la logística portuaria y marítima.
Veamos.
Prólogo
El informe mencionado –de manera categórica– asevera: “el actual comercio globalizado de cocaína está respaldado por una industria muy madura y una cadena de suministro bien establecida, capaz de producir en masa y de mantener flujos constantes de cocaína hacia los mercados de consumo ilícitos de todo el mundo. La producción, el transporte nacional e internacional, la logística, las ventas y otras funciones “empresariales” básicas del comercio ilícito están supervisadas por expertos perversos que conocen bien su parte de la cadena de suministro de cocaína”.
Lo sustantivo del informe
En el multicitado informe de la OMA se alerta sobre la amenaza sistémica de los “conspiradores internos” en las cadenas de suministro marítimas. Estos “actores” (públicos y privados), verdaderos delincuentes transnacionales, facilitan con su acción u omisión, según los casos, la implantación del crimen organizado en las operaciones aduaneras, portuarias y logísticas, lo que compromete la seguridad –y, por consiguiente, la certeza y predictibilidad– del comercio internacional. Y resalta luego, de manera laudatoria el estudio referido, que las aduanas de los diferentes países constituyen la “primera línea de defensa” ante dicha patología, razón por la cual se debe fortalecer e incrementar la lucha contra este flagelo tanto a nivel doméstico como internacional, profundizando la relación con el sector privado.
El informe analiza más de 2.600 incautaciones globales durante los años 2023 y 2024, las que representaron un total de 1.347 toneladas de drogas ilícitas (97% de dicha cifra refiere a cocaína). Así, cabe consignar también que la producción mundial de cocaína alcanzó un récord en 2022 con 2.757 toneladas, surgiendo –como recuerda el informe que se analiza– Ecuador como epicentro, siendo el punto de carga del 30% de la cocaína incautada en contenedores, a nivel mundial. Por otra parte, luego de dicho examen, también se logró determinar que el 68% de los casos incluyeron la participación de “conspiradores internos”, lo cual representó el 41% del volumen total incautado (esto es, 548,5 toneladas).
Otro valor agregado fundamental del informe considerado se vincula con la determinación y jerarquización empírica de los principales métodos existentes para cometer los ilícitos referidos. Así, se distinguen los cuatro “métodos” principales utilizados por el crimen organizado para concretar su accionar delictivo con relación al traslado de la cocaína por vía marítima. Y de igual modo, se evidencia cuáles han sido los porcentajes correspondientes de eficacia en lo que a su neutralización, detención e incautación de esta droga refiere.
Los “métodos” más comunes empleados por el crimen organizado para desarrollar esta tarea son (de mayor a menor incidencia práctica):
Las recomendaciones del informe
Y finaliza el informe recordando que –a pesar de los ingentes esfuerzos que se han realizado hasta ahora, a nivel internacional, para que ello no suceda– el crimen organizado sigue infiltrando exitosamente la logística marítima, por lo cual resulta recomendable incrementar y profundizar la cooperación internacional entre autoridades aduaneras y policiales, consolidar una mayor participación del sector privado en los controles y la vigilancia, invertir –de manera directa o vicaria– sustancialmente más, tanto en integridad de la cadena de suministro como en capacitación, tecnología y controles innovadores, y por último, fortalecer los “sistemas de inteligencia”, amplificando el intercambio de información y los “mecanismos de selección de carga no convencionales” (verbigracia: sensores IoT y blockchain, escaneo no intrusivo selectivo con rayos gamma, neutrones y espectrometría, etc.).
A modo de conclusión
En la “época clásica” de Roma (que se extendió entre el siglo I a.C y el siglo III d.C), la legión romana había desarrollado una formación militar que se conocía como la testudo. La misma era una formación cerrada de infantería en la cual los soldados se agrupaban –como una “piña”– de forma compacta, de tal manera que los legionarios de la primera fila colocaban sus escudos al frente, mientras que los de las filas interiores y laterales, los levantaban por encima de sus cabezas o hacia los costados; y de ese modo se formaba una especie de “caparazón de tortuga” que permitía cubrir a toda la unidad.
La “formación tortuga” (testudo, en latín) fue una de las tácticas defensivas más célebres del ejército romano, que se utilizaba fundamentalmente durante los asedios, con la finalidad de proteger a los legionarios de los proyectiles enemigos mientras avanzaban hacia posiciones fortificadas.
¿Cuáles eran las características principales y la importancia fundamental de esta “herramienta militar”?
En primer término, esta estrategia otorgaba a la legión una protección completa, ya que cubría el frente, los laterales y la parte superior contra flechas, lanzas y proyectiles; en segundo término, se lograba una gran cohesión, ya que exigía una disciplina y un entrenamiento riguroso para mantener la compactación, y; en tercer término, si bien se trataba de un movimiento y el consiguiente avance era lento, al mismo tiempo era seguro y permitía acercarse al objetivo con mayor seguridad.
Pues bien, este viaje a la historia de Roma nos permite extraer varias conclusiones acerca de esta patología que agrede no solamente al comercio internacional. Pero más que del problema en sí, nos concede la oportunidad de reflexionar sobre la estrategia y los instrumentos que eventualmente permiten minorarla y en una hipótesis de máxima, neutralizarla.
En primer lugar, debemos reconocer que la lucha contra el crimen transnacional que traslada drogas y mercaderías –generalmente por las mismas “rutas” y con la ayuda de los mismos “conspiradores internos”– es asimétrica a favor de los delincuentes, en especial, en cuanto a recursos humanos y tecnológicos. Lamentablemente así lo demuestra la realidad actual.
Y, en segundo lugar, tal y como hacían las legiones romanas con la testudo, toda la comunidad comercial, sector público y sector privado, deben formar un bloque defensivo y compacto, con el objetivo de alcanzar una verdadera “cultura de licitud” que permita elevar el rasero con el cual se miden los aspectos reputacionales en ambos sectores.
¿Por qué? Porque ese actuar coordinado, centrado en ese objetivo, que debe ser un objetivo nacional, nos permitirá distinguirnos cada vez más –para bien– de las prácticas espurias con las que muchas veces se vincula a nuestros “competidores” en ese gran escenario global, que es el comercio internacional.
El futuro dirá.
(*) Especialista en Derecho Aduanero y Comercio Internacional.
plabandera@dlc.com.uy