Entrevista
“Se podrán argumentar los aumentos impositivos como se quiera, pero lo único que tienen es un fin recaudatorio”
Las proyecciones de la Ley de Presupuesto plantean que en 2029 el déficit fiscal estará situado en el 2,6%, algo que Michele Santo cree poco probable. Más bien, entiende que es esperable que este guarismo sea “bastante mayor” y resalta que los números “altos” de déficit se explican en que todos los gobiernos, desde la restauración democrática, aumentaron el gasto público de forma continua. Así lo dijo en una entrevista con CRÓNICAS, en la que también destacó que el presupuesto está basado sobre un supuesto de crecimiento económico que luce “muy optimista”.
Fecha de publicación: 10/10/2025
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Michele Santo, master of arts en Economía
Por:
Redacción

-¿Cómo evalúa las medidas impositivas presentadas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en la Ley de Presupuesto? 

-En términos generales, estos factores específicos en el cambio en las condiciones bajo las que se podría levantar el secreto bancario y la eventual aplicación del Impuesto Mínimo Global, más allá de que ahora se aplicaron algunos correctivos, no lucen muy amigables para seguir atrayendo inversiones a Uruguay. Esto es un aspecto que habría que tener en cuenta en la medida que el Presupuesto está basado sobre un supuesto de crecimiento económico que luce muy optimista, en función de lo que es la historia reciente de Uruguay y las condiciones internacionales previsibles para los próximos años. La realidad es que, en los últimos 10 años, pese a que tuvimos la pandemia de por medio, la economía creció a menos de la mitad de lo que se plantea en la exposición de motivos, al ritmo del 1,1% en promedio anual. A su vez, el panorama a nivel regional e internacional no luce muy favorable como para que podamos alcanzar una tasa de crecimiento sostenida como la que está planteada. Obviamente, un menor crecimiento lleva a menores ingresos impositivos y, por lo tanto, si se mantiene el supuesto de gastos contenido en el Presupuesto, con el aumento de gasto que se da todos los años en las rendiciones de cuentas, se tendería a tensionar bastante más la situación fiscal, que ya de por sí luce complicada en la actualidad. 

-En línea con lo que plantea, ¿qué tan atado está el supuesto de crecimiento planteado por el MEF a la llegada de megainversiones? 

-Este es otro aspecto preocupante. Si se miran los últimos 25 años de Uruguay, claramente los períodos de alto crecimiento coincidieron con una situación de arranque muy favorable, con un contexto internacional extraordinariamente bueno o con las megainversiones de las plantas de celulosa, por ejemplo. Ninguna de las dos cosas aparece como probable en el futuro inmediato y en los próximos cinco años, aunque no se puede descartar por completo que aparezca alguna nueva megainversión en hidrógeno verde, por ejemplo. Dejando de lado eso, es claro que las perspectivas de crecimiento lucen bastante poco favorables, sobre todo porque el contexto internacional, en el mejor de los casos, va a ser neutro para Uruguay y la situación regional es bastante compleja. Este año tuvimos una temporada turística excepcional en enero y febrero por el fuerte atraso cambiario que se había acumulado en Argentina. Ahora hemos perdido un 20% de competitividad con Argentina y repetir en 2026 una temporada turística como la que tuvimos en los meses iniciales de este año luce bastante difícil. La economía de Brasil está mostrando claros signos de desaceleración y los precios de los principales productos de exportación de Uruguay muestran un comportamiento dispar, pese a los precios récord en la exportación de carne. El mundo en general está en un crecimiento muy bajo, las tensiones geopolíticas siguen siendo muy intensas, el tema de los aranceles en Estados Unidos no se sabe en qué va a terminar y no se ve un panorama externo que promueva optimismo. No se ve que el sector externo de la economía, tanto a nivel regional como internacional, pueda tirar del carro y permitir un crecimiento fuerte de la economía uruguaya. Este es un factor básico para considerar que la perspectiva de crecimiento del 2,4% contenida en el Presupuesto luce relativamente optimista.

-Mencionaba que las medidas impositivas incluidas en el Presupuesto no resultan amigables a la atracción de inversiones. Uno de los argumentos que utilizó el MEF para justificar la introducción de esas medidas es la necesidad de recaudar para así satisfacer las demandas sociales. ¿Es acertada esa lectura?

-Se podrá vestir a la inclusión de aumentos impositivos con argumentos como cumplir con los requisitos de la OCDE o emparejar el campo de juego entre las inversiones locales y del exterior, en el caso de las ganancias de capital sobre activos en el exterior, por ejemplo, pero lo único que tienen estos gravámenes en el fondo es un fin recaudatorio. Nadie puede llamarse a engaños con respecto a eso. Se podrá vestir a la novia como se quiera, pero lo que se quiere es recaudar más. En la medida que se quiera gastar más, dada la situación fiscal de base que tenemos y los niveles de deuda, habrá que seguir intentando cobrar más impuestos. Habrá que ver si la gente a la que se le pretende cobrar más impuestos está en condiciones y con ganas de seguir pagando. 

-¿Cómo ve la discusión entre oposición y gobierno al respecto de la situación fiscal heredada y los gastos pospuestos de la anterior administración?

-Claramente que los números fueron peores a los que se estimaba y ahí no hay dos discusiones. Y este es un fenómeno que ocurre en cada cambio de gobierno: siempre aparecen gastos que no estaban contabilizados, aumentos de deuda flotante o inversiones que se habían pospuesto. No es que el gobierno de Orsi descubrió la pólvora. Esto ocurrió siempre desde la restauración democrática hasta ahora. Lo que nos ha llevado a la situación fiscal que ahora tenemos es que todos los gobiernos han aumentado el gasto público de manera continua, salvo en la crisis del 2002, donde el gobierno de Jorge Batlle por la fuerza de los hechos tuvo que reducir el gasto. Y si se aumenta permanentemente el gasto, se tienen que conseguir los recursos para financiarlo, y es por eso que cada presupuesto que se presenta al inicio de cada gobierno, normalmente tiene aumentos de impuestos, apelaciones a mayor eficiencia recaudatoria, pero ninguno hace apelaciones a mayor eficiencia en la ejecución del gasto, para liberar recursos y poder bajar impuestos. Parecería que la búsqueda de mayor eficiencia es pura y exclusivamente para recaudar más, pero la búsqueda de mayor eficiencia para gastar mejor nunca aparece. Entonces, estamos en esta situación que no es solo de este gobierno, sino que ha sido una constante en absolutamente todos los gobiernos.

-Las proyecciones del déficit para el quinquenio plantean que éste se situará en el 2,6% en 2029. Sin embargo, es un guarismo que estará atado en parte a la capacidad de recaudación que tenga el gobierno. ¿Es de esperar un nivel mayor de déficit, visto lo que usted plantea?

-Lo primero que aparece como optimista es que la mejora del déficit recién se da en los últimos dos años. La mejora del déficit está íntimamente atada a que la recaudación crezca, tanto por crecimiento económico como por el hecho de que se aprueben los aumentos impositivos en la Ley de Presupuesto y que efectivamente se logre recaudar lo que está previsto. Si además consideramos que seguramente la ejecución del gasto sea mayor, porque en cada Rendición de Cuentas que se abra se intentará gastar más, la presión para que haya un deterioro mayor de las cuentas fiscales va a ser muy significativa. Y es probable que el déficit que tengamos hacia el final de este período sea bastante mayor al proyectado.

“El énfasis que Tolosa está poniendo en mantener la baja de la inflación y en profundizarla, es muy bienvenido”

-La administración de Guillermo Tolosa al frente del Banco Central del Uruguay (BCU) fijó la meta de inflación en el 4,5%, yendo más allá que la anterior administración que había fijado un rango meta. ¿Cómo lo evalúa?

-Es un cambio positivo. El énfasis que Tolosa está poniendo en mantener la baja de la inflación y en profundizarla, es muy bienvenido. Creo que el hincapié que se hace en tratar de alinear las expectativas, sobre todo en lo que tiene que ver con el comportamiento de los precios de bienes y servicios no transables o de los tomadores de precios en esos sectores, es muy importante, y por primera vez en mucho tiempo estamos en condiciones de llegar a una inflación bastante más baja. Esto, en la medida en que la situación fiscal ayude y que la política salarial también traccione. El gran problema es que tenemos una situación de competitividad comprometida y los propios indicadores del BCU así lo muestran. Uruguay es un país caro en dólares y si no podemos mejorar la competitividad de forma sistémica, por reducción de costos internos y de la carga impositiva que afecta la producción en el país, vamos a tener que evaluar si se puede mantener la inflación baja, en un contexto donde sea necesario eventualmente corregir el tipo de cambio. Creo que va muy bien encaminado Tolosa y considero que hace un énfasis correcto en tratar de bajar todavía más la inflación.

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