-¿Cómo evalúa el curso de las medidas económicas de este gobierno y de lo presentado en la Ley de Presupuesto?
-Recién ahora con la presentación del Presupuesto y con las pautas de los Consejos de Salarios estamos viendo cuál es la orientación del gobierno en materia de economía. El Presupuesto, básicamente, tiene un problema de inconsistencia. En primer lugar, tiene la inconsistencia de plantear un crecimiento de la economía que no se explica por qué razones se va a dar. No se justifican las razones de por qué vamos a crecer a las tasas que dice, que son bastante más altas que las de la última década. Además, las tasas de inversión previstas son menores a las del gobierno anterior y muy similares a las del segundo gobierno de Tabaré Vázquez. Por otro lado, hay una proyección de incremento del atraso cambiario durante el período, que viendo lo que se proyecta tanto de la evolución del tipo de cambio como del valor del dólar, no se condice con el incremento de las exportaciones y del producto que plantea el proyecto. Por lo tanto, creo que este es un Presupuesto que tiene un objetivo de crecimiento de difícil cumplimiento y la parte fiscal también es difícil de cumplir. Después, el incremento de gasto previsto es razonable, pero tiene un problema y es que no se plantea ninguna reducción de gastos. Hay bastantes lugares donde se podrían cortar gastos, como en duplicación de tareas o cosas que el Estado no debería hacer. Haberse cercenado de reducir el gasto en algunas áreas es un error. En definitiva, el panorama que plantea es complejo hacia adelante, en la medida que no se cumpla y que se tenga que empezar a hacer modificaciones no previstas en los próximos años.
-¿Qué problemática imagina que puede traer el incumplimiento de lo presentado? ¿Existe la amenaza de un ajuste fiscal?
-Si la economía crece menos de lo previsto, no se va a dar la creación de empleo prevista. Y eso está atado, a su vez, a las pautas de los Consejos de Salarios, que no discriminan ni por tamaño de empresa, sector de actividad o localización geográfica. Entonces, una economía que crezca menos de lo previsto, con incrementos salariales mayores en los trabajadores de menor productividad, puede generar problemas y tensiones en materia de empleo. Después está la preocupación fiscal. Probablemente ya no se cumpla la proyección del gobierno para este año de crecimiento, y tampoco creo que se cumpla el año que viene. Entonces, ahí ya puede tener que hacer modificaciones en materia fiscal que no están previstas para el año que viene, que es algo que también le pasó al segundo gobierno de Vázquez. Si no se cumplen, podría haber peores resultados de economía real, como por ejemplo en el empleo, y tener que introducir modificaciones hoy no previstas en materia tributaria.
-¿Qué señales da Uruguay al plano internacional y al inversor extranjero al introducir modificaciones tributarias en el Presupuesto?
-Los tres impuestos del Presupuesto son inconvenientes por distintas razones. El Impuesto Mínimo Global era algo que se venía estudiando y que era razonable instrumentarlo de alguna manera, pero el cambio que se ve en materia internacional, con Estados Unidos afuera del acuerdo y con Alemania pujando para que la Unión Europea (UE) se salga del acuerdo, hace que hoy sea un impuesto que esté en entredicho y no sabemos cómo va a funcionar. Por lo menos, de global va a tener poco ante las modificaciones que haya. Después, la forma en que se instrumentó fue equivocada, porque generó un ruido y unos problemas con zonas francas, que demuestran que hubo errores en la implementación. Sobre el gravamen a las rentas en el exterior, también es un error, porque generó muchas consultas de inversores e instituciones financieras. Es algo que va a recaudar poco y que genera ruido e incertidumbre sobre Uruguay como un lugar para que se instalen personas con rentas en el exterior. Es mucho ruido para recaudar poco y creo que es una mala idea. Después, el “impuesto Temu” también es para recaudar. Dada la diferencia de precios que se genera para quienes realizan compras a través de este mecanismo, no es algo que favorezca al comercio local y notoriamente tiene un fin recaudatorio. Ninguno de los tres me parece una buena idea.
-En parte, estos impuestos responden a la necesidad que tiene el Estado de recaudar, para satisfacer la demanda que genera el Estado de bienestar ante las distintas problemáticas del país y las prioridades de gobierno presentadas por Yamandú Orsi. Dado lo que usted plantea, ¿qué otro camino quedaba para recaudar y contar con ese dinero necesario para abordar esto que le menciono?
-El error parte de haberse cercenado la posibilidad de bajar gastos. El ministro de Economía ha expresado que un gobierno de izquierda tiene el mandato de no bajar gastos. Eso realmente no sé de dónde sale, porque muchos gobiernos de izquierda en el mundo han bajado gastos. Si se detecta algún lugar donde se está gastando mal, ¿por qué razón de principios no se puede cortar ese gasto? Me parece un argumento muy difícil de entender, porque, además, el propio Frente Amplio (FA) ya lo hizo. Astori, cuando tuvo que recortar gastos, lo hizo. Y creo que a Astori todos lo reconocemos como un referente económico de la izquierda. Me resulta muy difícil entender el argumento de que este gobierno no puede tocar el gasto público. Ahora, si renunciamos a eso, solo queda la otra parte de la ecuación, que es aumentar los ingresos. Y hay que ver qué se podía tocar para buscar una mayor recaudación, pero me parece que a partir de una visión que considero equivocada, se termina en la necesidad de aumentar los impuestos y los ingresos.
-¿Falta una figura como la de Astori en este gobierno?
-En principio, Astori y Oddone son dos figuras bastante distintas, porque Astori llega al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) como un político relevante del FA. Ya había sido una figura dentro del partido durante muchos años, antes de llegar al gobierno. Oddone llega como un economista reconocido y respetado en el medio, que ahora está haciendo su experiencia política. Entonces, sus trayectorias son muy distintas y hay que ver cómo se desarrolla Oddone como figura política.
-La semana pasada la Cámara de Diputados aprobó, en líneas generales, la Ley de Presupuesto. Hubo ciertas modificaciones en el Impuesto Mínimo Global y lo referido a las zonas francas o lo del secreto tributario de la DGI, pero, a grandes rasgos, la ley se aprobó en gran medida como entró. ¿Esto es un envión para el plan económico de Oddone?
-Sí. Es una buena noticia para el MEF que se haya aprobado el Presupuesto en la cámara en la que no tienen mayorías, básicamente como lo envió. Se tocaron algunas cosas, pero el proyecto que sale de Diputados es básicamente el que envió el MEF. Ahora llega la parte de la planificación quinquenal y hay que ver cómo se desenvuelve para ver qué tan exitoso es en la práctica.
-Oddone lamentó la decisión de no votar en el Presupuesto el artículo que proponía la eliminación de la actividad obligatoria del despachante de aduana y dijo que se trataba de una "regulación medieval". ¿Uruguay está condicionado por este tipo de regulaciones, como dijo Oddone, de corte medieval, a la hora de proponerse un mayor desempapelamiento y desburocratización de la economía?
-El artículo que comentó Oddone no era tan directo como él lo comentó en el Día de la Construcción. De todas formas, podría haber sido un artículo positivo si se hubiera aprobado. Es cierto que en Uruguay muchos temas que hay que tocar en materia de economía política, pueden generar resistencia de algunos sectores de actividad. Abrir determinados sectores a la competencia o sacar algunas regulaciones que restringen a la competencia son cuestiones en las que los sectores tienen oposición. Entonces, hay un tema de economía política sobre cómo procesar los cambios para tratar de generar la menor resistencia posible, pero hay casos en los que hay que buscar compensaciones o dialogar, en la medida que se pueda, para hacerlo de la forma más acordada posible. Pero, al final, hay cosas en las que hay que avanzar y no seguir con el tema durante años. Seguimos hablando de una regulación para facilitar la importación de la pasta de dientes, se dijo que se iba a anunciar, pero la propuesta concreta nunca llegó a estar sobre la mesa.
“Me da la sensación de que este gobierno renunció al Acuerdo Transpacífico”
-¿Cómo ve a Uruguay inserto en este contexto internacional y regional incierto?
-Los economistas solemos decir que el escenario internacional y regional es incierto. Esta vez es verdad. Hay una gran incertidumbre genuina, porque viene de las propias decisiones de política económica de los países. No es simplemente incertidumbre respecto a qué puede pasar. Entonces, no estamos ante un mundo fácil para un país como Uruguay. Ahora, hay cosas que se pueden hacer y hay formas de pararse frente a ello. Primero, en términos de apertura, hay cosas que Uruguay puede hacer por sí mismo que no dependen de organismos internacionales o de lograr grandes acuerdos, en materia de desregular para facilitar importaciones o de bajar la tasa consular, por ejemplo. Hay posibilidades de hacer cosas por nuestra cuenta y hay cuestiones en las que avanzar, que no deberíamos dejar de hacer. Me da la sensación de que este gobierno renunció al Acuerdo Transpacífico, que el gobierno anterior avanzó bastante en el tema. Esas oportunidades de ingresar a acuerdos no hay que perderlas. Y, finalmente, ojalá se dé el acuerdo Mercosur- Unión Europea (UE). A esta altura, soy escéptico de qué puede pasar con el tema.